Zaguán Literario Zaguán Literario 03 | Page 36

creyó. Ellos estaban convencidos de que, para mantener todo en orden, simplemente era necesa- rio reforzar los muros y añadir más personas a los equipos de vigilancia y construcción. No sé si fue miedo a aceptarlo o ese ego tan típico de los humanos que creen p oder controlar la natu- raleza, pero mis coterráneos de- cidieron que era seguro y viable continuar viviendo en Marina. Han pasado dos meses y aho- ra todos los habitantes dedica- mos nuestro esfuerzo diario a fortalecer las paredes que débilmente nos rodean. Ya nadie tra- baja en otra cosa, los niños ya no van a la escuela, no hay reuniones al atar- decer o fiestas en la arena. Ni siquiera dialogamos los unos con los otros. Lo único que hacemos es vigilar y cons- truir. Temer en silencio. A pesar de eso nadie escapa, nadie sugiere que nos vayamos. Yo me quedo porque aquí está mi familia, mis amigos, porque no hay otro lugar al que pueda ir. Aunque ahora estoy completamente segura de que me había equivocado, el destino no hace excepciones, la na- turaleza no se detiene. La vida jamás permanece intacta. RENATA PÉREZ DE LA O Estudiante de Comunicación en la Universidad Panamericana. In- teresada en la fotografía y el cine, pero sobre todo en la escritura; la cual fue su principal motivación para decidir estudiar esta carrera. Su objetivo principal es producir contenido que ayude a la concien- tización y mejora de la sociedad. 36 37 intentando evitar lo inevitable, dando pequeños pasos a un lado cada vez que el destino se acerca- ba trayendo pedazos de la impa- rable realidad. Y la realidad era que nuestras casas, escuelas, tien- das y lugares de reunión, aquel lugar en el cual cada marinense había echado raíces y enterra- do innumerables recuerdos, no tenía más que algunos meses de vida restantes. Toda nuestra isla estaba condenada a desaparecer. Al amanecer convoqué una jun- ta para comunicar a todos lo que había descubierto, pero nadie me