Lo inevitable
Renata Pérez De la O
“Ahí estaba. Eterno e impasible, hermoso y gigantesco. Me
quedé hipnotizada. Siempre que lo veía me sentía pequeña e
impotente, frágil y a la vez afortunada de poder ser partíci-
pe, al menos con la mirada, de un milagro tan exquisito”
primitiva y la cuidaron, le dieron a su cosmogonía una estructura definida y un
panteón para alabar. Les llegó la felicidad y la plenitud, pero no por mucho tiempo.
El sabio astrónomo (como fue conocido por sus alumnos), sintió que su final es-
taba cerca. Se retiró de nuevo a su torre, pero estaba tan cansado que no pudo ha-
cer sus actividades de antaño por muchos días. Acostado una noche de invierno,
pensó quién había sido su creador. Estaba demasiado enfermo y se preguntaba si
en verdad este sería su fin; después de todo había vivido una infinidad de años y el
mismo concepto de vida, irremediablemente iba acompañado de muerte.
Recordó su situación hacía ya un siglo, lo mucho que le fascinaba la idea de morir,
pero eso era relativo a los humanos, no a sí mismo. Se abrió de golpe su ventana
y entró un helado viento que le congeló el alma. Se dijo que ese debía ser el fin, se
encomendó a los dioses planetarios y suplicó que alguno de ellos tuviera miseri-
cordia de él. Exhaló y su corazón dejó de bombear la sagrada sangre.
Se encontró en la nada con una infinidad de espejos blancos que lo reflejaban una
y otra vez. Preguntó al vacío quién era su dios, cuál había sido su propósito, qué
sucedía ahora. No hubo respuesta; en el silencio pareció entender, pareció recordar.
Él era el dios primigenio, el creador de todos y todo. Y en su terror y angustia por
la eternidad había borrado su propia memoria.
Espero que no sea hoy el día en que nuestra isla se hunda. Hemos tra-
bajado tan duro para mantenerla en pie. Al principio sólo era cuestión
de construir unas cuantas barreras. El mar había comenzado a olvi-
darse de sus límites usuales y tímidamente acariciaba pedazos de
arena a los que nunca antes se había acercado. Al observar tal fenóme-
no, los ciudadanos de Marina nos sentimos sumamente alarmados.
Después de una asamblea de todo el pueblo, concluimos que solo se
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