Sigamos viralizando el uso de las drogas y
son los que más nos interesan, y por esa
Andrea Alcalde
misma razón son estas adicciones las
que protagonizan actualmente los me-
dios de comunicación masivos. La vida
es para vivirla, ¿cierto? No hay nada más
grato que pasar una buena tarde drogados o
ebrios con los amigos. Todos estamos de acuerdo
en que ninguna buena historia ha comenzado con un “bueno, entonces es-
taba comiendo mi ensalada cuando…” ¡No! El dulce alcohol es el motor de
esos buenos momentos; ¡y de las drogas ni se diga, porque estas son aún
más gloriosas! Aceptémoslo: la vida es monótona, rutinaria y aburrida.
Sin estas substancias no habría sentido alguno en vivir, y de esto mismo
se han estado dando cuenta las generaciones más recientes. De hecho, los
jóvenes aprenden cada vez más rápido a divertirse. Ahora, los niños de 12
años se divierten tan bien como lo hacían antes los jóvenes de 21. ¡Dicho-
sos ellos que han experimentado desde antes los placeres más grandes de
la vida! Ignoremos las molestas “advertencias” que se nos plasman en los
consultorios médicos o en los centros de salud; bien sabemos que esa pu-
blicidad sólo quiere engañarnos para que no podamos disfrutar del fruto
prohibido que tanto se ha luchado por legalizar.
Sigamos así, actuando como si no nos distinguiéramos de los animales.
Sigamos así, echando por la borda todas nuestras tradiciones, cuya única
función es la de limitarnos en nuestras acciones.
Sigamos así, tratando de excluirnos del mundo real para poder adentrar-
nos al fabuloso universo virtual.
Sigamos así, persigamos nuestras metas sin dejar que nadie se interponga
en el camino.
Sigamos así… sigamos destruyendo la poca humanidad que nos queda.
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Lo opuesto al amor
el alcohol. Bien sabemos que esos temas
Se han escrito tantas cosas acerca del la indiferencia. Elie Wiesel bien dice:
amor. El más común es el de pareja, “Lo contrario del amor no es el odio,
luego hacia tus amigos, tus padres, e