y esos hombres incómodos, era como
Dependes de tu candidato y no siem- visitar un bello hotel donde sabía que
pre hay elecciones”. Así son las cosas. me atenderían como reina. Todo olía
Ese tipo de respuestas nunca satisface a fresco y limpio, las sábanas en las
a un niño. camas eran suaves y todo estaba siem-
Jessy se puso roja y alzó las cejas. Un jo- pre impecable. Cualquier habitación
ven que no era de mi familia —Joseph, estaba decorada con esculturas de por-
quien al parecer acompañaba a mi tía celana (sobretodo hadas, animales de
En la oscuridad, mi luz de bengala iluminaba. Jessica y Le— nos miró divertido y mencionó jardín y abuelitas con sus nietos) que
Trágicamente nació 30 años yo hacíamos círculos y figuras, mientras nuestra abuelita con tono altivo: “Pronto serán… —se no debíamos tocar —pero siempre ter-
tarde (se perdió a Margaret llevaba a la mesa el pavo. Los cubiertos de plata relucían, acomodó el cabello y sonrió vanidosa- minaba rompiendo una u otra, y aun-
Mead, la revolución sexual, sin una mancha, ningún rayón. El mantel era blanco y mente— ¿Cuándo las casan, cuñados?”. que mi abuelita entrara en paroxismo,
Woodstock y la vida sin redes brillante, sin arruga alguna que trajera caos a la fina cena Mamá de inmediato volteó la mirada yo sabía que me seguía amando, y que
sociales ni celulares) y estudia de la familia. Los manteles individuales tenían un marco y sentí un enojo discreto, escondido. siempre cocinaría las enchiladas que
Comunicación en la UP, aun- de motivos navideños; nochebuenas, cascabeles y moños Reprimido. Todos los hombres rieron tanto me gustaban.
que en unos años también color oro. Todas las mujeres sonreían de oreja a oreja en y yo les dije que no quería casarme, y Lo que más valoraba de la casa (además
será psicóloga. Sus ídolos la cocina. Sus platillos competían para ser el más delicioso no podían obligarme porque estaba de mi amada familia) era el cuarto de
son Baudelaire, Mick Jagger o el más elaborado. Quizá el mejor presentado. Mientras, protegida por mis derechos del niño, abajo, con libreros repletos de títulos
y Otto Dix; pero tiene gustos los hombres bebían cubas y discutían temas que, a mis 10 y así sería hasta los 12 o 13 años en los tanto clásicos como curiosidades que
culposos como Kesha y Galat- años, no entendía. Hablaban, por ejemplo, sobre el nuevo que la ciencia me declararía como una las damas compraron para aprender a
zia. Sueña conquistar a cierto gobierno de Calderón y la explicación que daba mi padre pubescente. Fabián ‘el gordo’ soltó una cocinar, la colección de discos de ace-
hippie y cambiar el mundo, sobre su proyecto para el SAT —¿qué rayos era eso? —. risotada. “Tú siempre hablando raro”. tato de mi abuelo ‘Tata’ —Yma Sumac,
aunque sabe que una de esas Mi abuelo ponía discos de Blues y pop de los 50, suaves y De nuevo, todos se rieron. Nancy Sinatra, James Brown… y una
voluntades es un imposible. tranquilos. Me fui, cansada de esos adultos que aberración de mi padre, un disco de
Ya está cambiando al mundo. Mi prima y yo asomábamos la cabeza tras el sillón prin- parlotean y nunca saben escuchar, que break dance con el que alguna vez en
cipal, mientras mi tío Fabián presumía que en las próxi- nos meten en situaciones incómodas los 80 bailó girando sobre su cabeza—,
mas elecciones su jefe ganaría, y por lo tanto obtendría un e innecesarias por razones que “cuan- los números de Reader’s Digest a los
trabajo permanente con él. Se jactaba de ser un brillante do crezcas entenderás”. Yo sólo sabía que estaban suscritos desde hacía dé-
político con un futuro prometedor; cuando mi prima dijo: que la comida de mi abuelita ‘Coca’ cadas y muñecas que le habían dejado.
“Pero casi nunca tienes trabajo.” Mi tío, avergonzado, y mi tía Le era un placer delicioso, Mi prima estaba conmigo, aunque al
inigualable. Visitar esa casa, con todo bajar ahí la ignoraba. La sección de
Patata podrida
MELISSA JUÁREZ
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respondió: “Bueno, así es la política.