CUENTO
Gajes del oficio y esas historias de Héroes entre nosotros, eran más interesantes que los chistes verdes de Pepito que Jessica contaba. Claro que a veces entre tanto loco debíamos unir fuerzas. Odiaba las fiestas sin ella, los grandes platicaban conmigo y yo no quería explicarles nada de mí. Sacaba algún libro— aquellos días devoraba la editorial Selector Infantil— y esperaba que entendieran mi sutil señal de profundo interés por su discurso. Al fin y al cabo, yo no era de esas niñas alegres y lindas. Me apenaban mis carcajadas de Tribilín, me sentía tosca junto a mi prima. Ella era muy bonita, como su madre, la tía Rita. Alta, güera y delicada; hija de un transportista importante del norte. Jessy era delgada y de cabello claro, era femenina, y el que no pensara hacía la vida muy sencilla para ella. Yo … yo me recuerdo ancha y‘ llenita’, como mi abuelita le decía a la familia en susurros. Mi piel … oscura, y mi nariz era prominente. Mis lentes y mi manera aparentemente extraña y educada de hablar, al parecer me volvían un ente extraño que no merecía ser tomado en serio. Ni hablar de mi sangre. Mamá venía de una delegación pobre, una familia“ vulgar” y“ violenta”. Mi otra abuela, sin embargo, me parecía tan linda como la paterna. Mis tíos eran ciertamente irreverentes y algo agresivos en su hablar, pero nunca me trataron mal. Sólo sé que esa noche nos fuimos temprano. Mamá estaba muy enojada, y creí escucharla llorar. Su platillo no recibió mucha atención, y la vi muy esmerada al
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