EL GIGANTE
EGOISTA
The selfish giant
por Antonio García
Algo muy apreciable de las diferentes industrias cinematográficas mundiales es
que, detrás de los identificables estereotipos, existe un tipo de cine más arraigado a la cultura y a las problemáticas locales; es aquí donde caben las propuestas
más sencillas y cautivadoras. El Reino Unido no es la excepción, detrás de las
millonarias sagas de Harry Potter y el 007, el país tiene mucho más bagaje cultural
que los norteamericanos, pues ha sido la cuna de históricos movimientos sociales
y culturales. Al ser el origen de la Revolución Industrial, no es de sorprender que
sea también sea uno de los principales promotores del cine de corte social.
Heredera directa de Ken Loach (Kets, Sweet Sixteen & The wind that shakes the
barley) y Andrea Arnold (Fish Tank), la documentalista Clio Barnard presenta su
primer ficción. Basándose libremente en el cuento de Oscar Wilde nos cuenta la
historia de Arbor (Conner Chapman) y Swifty (Shaun Thomas), dos adolescentes
expulsados de la escuela que se unen al negocio de robar trozos de metal que
luego venden a Kitten (Sean Gilder), el chatarrero local. Paralelamente, se retrata
la costumbre local de las carreras de carruajes tirados por caballos.
Es difícil definir dónde recae verdaderamente la conexión con el cuento de Wilde,
tal vez en la manera en la que Kitten es presentado como “el gigante” oportunista
que obliga a los pequeños a realizar actividades ilegales para su propio beneficio.
Pero esta premisa queda opacada por la relación entre los dos adolescentes, una
amistad marcada por las personalidades opuestas de Arbor y Swift; mientras uno
es inquieto el otro es pacífico y bonachón. Uno m