No es un secreto que el cine mexicano está pasando por una de
sus mejores rachas creativas, hacía tiempo que no se veía tanta
variedad y calidad en los trabajos. Lamentablemente, no siempre sucede así en su parte comercial: el espectador promedio
continúa catalogando al cine nacional como un género y los
mecanismos de distribución-exhibición siguen favoreciendo a
la industria estadounidense, acaparando la mayor parte de las
salas de cine en territorio mexicano. Ante tal panorama, es refrescante encontrar propuestas originales que salen de los convencionalismos y las pretensiones estéticas para otorgar historias poderosas y sencillas.
La ópera prima de la directora y guionista Claudia Sainte-Luce
cuenta la historia de Claudia, una muchacha solitaria que es internada en un hospital por una sorpresiva apendicitis. Ahí, conoce a Martha, víctima de una enfermedad terminal y a su peculiar
familia. Tan súbita como su operación, Claudia termina compartiendo una especie