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EL CÓDIGO DE KUIZÓN POR: RAÚL BLACKALLER Los códigos son los sistemas de organización de los signos y están gobernados por reglas que son aceptadas por todos los miembros de la comunidad que los utiliza. Aunque el arte los tenga que desestructurar y pueda jugar con ellos. El símbolo puede evocar recuerdos, actúa como un catalizador de elementos asociados, ya sea por experiencia o por convención, pero lo que más nos interesa del símbolo es la capacidad de abrir puertas a realidades más profundas y elevadas para despertar de alguna forma los recuerdos del alma. El objetivo de la obra de Kuizón es jugar con los símbolos arquetípicos para expresar un código que trasciende la interpretación. Casi como una editorial de nuestros símbolos más comunes. El corazón, la calavera y el cerebro. Transgredir la idea común del corazón como belleza y amor, del  cerebro como signo de inteligencia y la calavera de muerte. Llevárlos más allá. Donde la idea de corazón condena nuestro espacio, la calavera parece tener más vida y el cerebro quiere ser contrapeso del corazón. Pero rara vez lo hace. El corazón lo domina todo, lo invade todo. Todo lo quiebra. Lo único que lo vence es la mentira. Kuizón no quiere que el corazón sea tomado como un símbolo negativo, sin ser una denuncia es la demostración que nuestra vida está dominada por los sentimientos. Pero a la vez es la mirada de ellos mismos, sí, una mirada inquisitiva. Tal vez, la mirada de la sociedad que juzga al racional. El arlequín que malabarea corazones, el corazón retrógrada, un corazón herido (influencia Kahlo), un cisne victoriano. Por momentos me evoca aquel poema de Enrique González Martínez. Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje Kuizón es dueño de la forma y el trazo, de la visión única de los valores humanos. De las relaciones humanas y de las relaciones consigo mismos. Es un diálogo interior que se exterioriza en las virtudes y defectos humanos. La estética de Kuizón es perfecta, no hay una línea de más ni de menos. El corazón ciego, los corazones que se besan, el coloso con pies débiles. Las figuras anatómicas son perfectas. Son estudios de anatomía espiritual. Finalmente el código de la naturaleza, en sus realidades no solo materiales y de forma, sino vitales, psicológicas y mentales, está íntimamente unida en una relación de simpatía y es precisamente el símbolo y la capacidad de la analogía la que nos permite circular por esta relación yendo de lo grande a lo pequeño, de lo visible a lo invisible. Con Kuizón la sabia combinación de elementos sensibles toca fibras del interior del ser humano. Emociones, sensaciones, imágenes e ideas se combinan y afloran. El arte se manifiesta como un verdadero conductor de la conciencia.