la temporada de Alexis fue mediocre. Una inoportuna lesión -de un hombre que nunca se lesionaba- en los inicios y la no adopción de mecanismos tácticos hicieron naufragar al de Tocopilla. El primer clásico de liga se acercaba y Alexis generaba muchas dudas en la afición. Frente a los azulgranas se citaba un Real Madrid líder de la tabla y comandado por un Cristiano Ronaldo en un momento estelar; y así, en tales circunstancias, el balón comenzó a rodar en la Castellana. El partido fue una inversión de dinámicas y pese a que a los 22´´, el equipo blanco se adelantase con un gol de Benzema, esto sólo fue un mero oasis en el desierto blanco. En el 30´, Alexis empataba el choque tras dejar atrás a tres contrarios y ejecutar un colocado y potente disparo ante el que nada pudo hacer Casillas, entonces entrenado por Mourinho y ocupante de la portería madridista sin mayores problemas. Alexis Sánchez mostró en ese encuentro su velocidad tanto en situación de ataque como encaminada a la recuperación de cuero, su participación en el juego conjunto, buena cobertura al movimiento de los compañeros y generó una serie de situaciones de pelota parada favorables con bastante peligro. Parecía que Alexis Sánchez había vuelto para quedarse, para aportar el plus de agresividad que había perdido el equipo, pero pese a otra gran actuación ante el Betis no fue así. El clásico de ida de semifinales de Copa del Rey fue el paradigma del rol de Alexis. Junto a Cesc imprimía verticalidad a un Barcelona que había pasado de demandarla a verse rebosado por ella, a verse inquietado por su exceso y por perder la pausa característica que imprimían Busquets, Iniesta y Xavi. Se ganó 1-2 pero el Barcelona anticipaba cierto cambio de modelo y Guardiola era muy consciente de ello. Una visita a Leverkusen fue otro de los encuentros a destacar, el cual se saldó con victoria por 1-3 y en el que Barcelona presentó una delantera Adriano-Messi-Alexis, marcando el chileno dos tantos: el primero tras habilitación por velocidad de Lionel que le permitió ejecutar un movimiento derecha-centro y el segundo tras asistencia de Cesc. De nuevo las lesiones y demasiada carga de trabajo para una temporada en la que el mejor Alexis de la institución fue un chico del cadete con una definición excelsa. ¿Qué habrá sido de él? Volviendo al nuestro: “necesitaba un jugador más específico que Alexis”, dijo Guardiola en las postrimerías de su andadura en el banco del Barça. La temporada transcurrió entre sombras y su segunda oportunidad llegaría de la mano de Tito Vilanova en la 2012-13. Superado el teórico primer año de adaptación, el aficionado culé pedía a Sánchez su explosión definitiva. Sin embargo, en el inicio de la temporada con el equipo a un buen nivel se le vio privado de disparo, atenazado, encorsetado pese a sus más que destacables -aunque insuficientes para “los entendidos”- movimientos en diagonal fuera-dentro desde la diestra; lejos aún del nivel de aquel extremo sobresaliente del Chile de Bielsa, superior incluso al Sánchez de Udine. En contrapartida, sus esfuerzos en cada partido eran descomunales, imprescindibles para liberar a Lionel, un Lionel que nunca devolvía la bola a un Alexis que siempre