ello si no fuera porque llegas a las 6 de la mañana a tu cafetería, de desayuno “post-resacoso”, y a lo que tú le pides al camarero “el café y
la magdalena” de toda la vida, ahora para ser
modernillo, (pero a la vez retro de los años 8090 cual Fabio McNamara, que es lo que se lleva) tienes que pedir tu “muffin con frapuccino”. Todo ello para llevar en una bolsa de papel
medio marrón, como en las buenas películas
de la tele, aunque sea todo para tomárselo en
la misma puerta de la cafetería, eso sí, a poder ser con el Mac abierto aunque ahí no haya
nada.
Y no digamos de las benditas gafa-pastas. ¡Las
lleva todo el mundo! Voy a confesar algo: mi
vida es tan especial que... nunca me he puesto
una. No se lo digáis a nadie. Pero viendo algunas que tiene el tamaño de, por lo menos, uno
de los colgantes que se “agencia” (por seguir
su jerga) el John Cobra al cuello, digo: ¿eso
no hace daño en la nariz? Tiene que pesar “lo
más grande”, y como encima el cristal tenga un
poco de aumento, me imagino cual rompetechos moderno (con mi muffin, eso sí). Hala,
que ahí problemas para ver no se tendrán, lo
que me pregunto es, ¿qué llevaran muchos
hipsters escondido entre tanta gafa? ¿Una cámara de hipster-vigilancia?, ¿un disco oculto
de Camela?, o, ¿un nada de nada hipster casete
del Fary? Hoy no creo que duerma con la incógnita, ¡voy a sufrir yo más en silencio que la
propia Concha Velasco!
Así que, pues bueno, que sí, lo que hemos
cambiado. De chonis a hispteres, ¡qué será lo
próximo que venga! Yo me pido gótico. Me
imagino oleadas de gente a lo Marilyn Manson
por la calle, y digo que a mí me atrae. Aunque
mientras, a pesar de todo, he de confesar que
pido que esta vuelta a los 80-90 dure mucho
tiempo más. Quien quiera regalarme la camisa de estampado de plátanos, que me llame.
Estoy dispuesto a ofertas.
Escrito por: Adrian Parrondo
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