Fragmento de El fin de la eternidad, de Isaac Asimov
(1955)
[...] Sus ojos se dirigieron de nuevo hacia el objeto de madera, pero ahora
mantuvo sus dos manos en su espalda y continuó:
—¿Qué es eso? ¿Para qué sirve?
—Es una librería —dijo Harlan. [...]
Finge enarcó las cejas.
—Una librería. Por tanto, esos objetos colocados en los estantes deben ser
libros, ¿no es así?
—Sí, señor.
—¿Ejemplares auténticos?
—Completamente, Programador. Los he obtenido en el Siglo Veinticuatro.
Los pocos que tengo aquí datan del Siglo Veinte. Si... si quiere examinarlos, le
ruego que tenga cuidado. Las páginas han sido restauradas e impregnadas, pero
no son de metal. Requieren un trato cuidadoso.
—No voy a tocarlas. No tengo ningún deseo de examinarlos. Supongo que
aún conservarán el polvo original del Siglo Veinte. Libros auténticos. Las páginas
serán de celulosa, ¿no es cierto? Es lo natural —rió Finge.
Harlan asintió.
—Son de celulosa modificada por el tratamiento de impregnación a fin de
darles mayor duración. Desde luego.
Respiró hondo, tratando de conservar la calma. Era ridículo identificarse
tanto con aquellos libros, sentir que un desprecio hacia ellos era también un
desprecio hacia él mismo.
—Me atrevería a decir —continuó Finge, insistiendo en el tema— que todo
el contenido de estos libros podría ser microfilmado en dos metros de película y
guardado en un dedal. ¿Qué contienen estos libros?
—Son tomos encuadernados de una revista del Siglo Veinte —dijo Harlan.
—¿Usted lee esas cosas? Harlan contestó con orgullo:
—Éstos son sólo algunos volúmenes de la colección completa que poseo.
No existe otra colección como ésta en todas las bibliotecas de la Eternidad.
—Ya comprendo. Se trata de una afición suya. Recuerdo que una vez me
contó su interés hacia los Primitivos. Es raro que su Instructor autorizase una cosa
semejante. Es malgastar su energía.
Harlan apretó los labios.
Vídeo "El traductor de bebés"
1. DESCRIPCIÓN TÉCNICA / LITERARIA