VISIONARIOS a la gorra 4 | Page 30

Un último caso

Hace años trabajaba en la misma oficina. Se había retirado de la policía y a la semana se mandó a hacer un cartel que decía Ricardo Trepani Detective Privado, el sueño del pibe. Todos sus años de experiencia en las calles le sirvieron para llegar a este objetivo, desde chico vivió alimentado por historias de hombres de sobretodos beige, pipa y sombrero salvando a hermosas damas de piernas larguísimas, vestidos ajustadísimos con un tajo al costado que dejaba asomar sus piernas hasta el muslo y labios rojos que sostenían una larga boquilla para cigarrillos.

Lamentablemente la realidad era otra. La mayoría de los casos eran por divorcios, engaños, mujeres que desconfiaban de sus maridos porque regresaban tarde de trabajar o esposos que desconfiaban de sus mujeres porque ellas de repente se cuidaban, bajaban de peso y se maquillaban más de la cuenta. No había tiroteos, espías, intrigas o persecuciones a alta velocidad, todo se limitaba a sentarse a esperar en la entrada de un edificio y tomar nota. Lamentablemente por culpa de sus investigaciones muchas parejas quedaban disueltas así que decidió vivir de su jubilación y dejarse de destruir relaciones que ya no lo eran, en todo caso que se encarguen ellos solos. Nunca más lastimar a nadie, llegar a la vejez le hizo ver la vida de otra manera, ya no quería más corazones destruidos por su culpa. Estaba guardando los libros, vaciando sus cajones y embalando todo en cajas cuando alguien golpeó a su puerta

-Adelante

-Buen día, Ud es el Detective Trepani?

-Sí, pero ya me estaba yendo, discúlpeme..

Era un muchacho rechoncho de unos 40 y pico de años, algo calvo, con una camisa que le sobraba en el cuello y un saco que le quedaba corto de mangas, o la ropa era prestada o trató de combinar lo poco que tenía para venir a verlo arreglado. Una a favor era que no tenía anillo de bodas ni marca de haber usado alguno últimamente así que por lo menos no era uno de esos trabajos donde se destrozaban corazones. Bueno, se dijo, escuchemos, quizás mi trabajo de despedida me deje un buen recuerdo después de tantos años.

DANIEL LUCHINA

E

En Cuentos Breves

DANIEL LUCHINA

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