La Humanidad al Rescate
El día que lloró un gorila bebé
Tomado de la Revista Despertad 08/2008
DE NUESTRO CORRESPONSAL EN CAMERÚN
Pitchou es un gorila hembra que nació en los bosques de África central. Cuando tenía cerca de un año de edad, unos cazadores mataron a su madre y a los demás miembros de su grupo para aprovechar la carne. Como ella era muy pequeña, decidieron venderla como animal de compañía. Sin embargo, la criaturita enfermó y lloraba continuamente.
PITCHOU es solo uno de los millares de primates huérfanos que existen hoy día, un drama en el que se combinan varios factores. Uno de ellos es el comercio ilegal de carne de animales silvestres. La alta demanda de carnes exóticas por parte de restaurantes e individuos motiva a cazadores profesionales ávidos de lucro a merodear por los bosques día y noche. Los animales y la carne se venden a través de redes nacionales e internacionales dirigidas por intermediarios. Aunque ilícito, es un negocio muy rentable.
Un segundo factor es la tala de árboles a un ritmo insostenible. La destrucción de los bosques priva a los animales de sus hogares y refugios, así como de sitios donde encontrar comida y hacer sus nidos. Esta actividad fomenta la anterior. ¿De qué manera? Las carreteras que construyen los madereros permiten que los cazadores penetren fácilmente en los hábitats del bosque, donde los animales, desorientados y a menudo desplazados, son presa fácil. Otros factores son el crecimiento demográfico, la demanda de proteína, la explosión urbanística y las técnicas de caza más refinadas, al igual que la guerra y la consiguiente proliferación de armas de fuego. Por todo ello, se está llevando a los primates y a muchas otras especies al borde de la extinción, fenómeno conocido como síndrome del bosque vacío. Pero ahí no acaba todo. Por ejemplo: como los animales ayudan a propagar las semillas, su presencia es vital para la salud y diversidad de los ecosistemas forestales, de modo que cuando la fauna desaparece, la flora también sufre.
Aun así, sigue la carnicería. En tan solo un decenio, las poblaciones de algunos primates de África occidental se redujeron a una décima parte de lo que habían sido. “Si continúa la caza furtiva, dentro de poco ya no quedarán gorilas en su hábitat natural”, afirman los expertos en fauna silvestre de Camerún.