Virginia Episcopalian Magazine Winter 2014 Issue | Page 34

Esta es nuestra hora the Rt. Rev. Shannon S. Johnston En estos días, se ha dicho mucho y se han debatido los numerosos desafíos que enfrenta la Iglesia. No sólo se trata de la Iglesia Episcopal, sino también las otras denominaciones “principales” del hemisferio occidental. Sin lugar a dudas, y tan sólo nombrando algunos problemas, estos son muy reales y muy alarmantes. Por ejemplo: la disminución de la asistencia, los escasos o agotados recursos financieros, los edificios sin mantenimiento y el envejecimiento general de congregaciones. Por supuesto, hay muchos lugares que prueban ser la excepción, pero esta ha sido la tónica general durante más de 30 años. Y también en la diócesis de Virginia nos enfrentamos a tales preocupaciones. Aún así, no siento la actitud de sentirme abrumado, algo que sería tan fácil de adoptar. Sigo siendo optimista sobre toda la Iglesia y nuestra diócesis en particular. Dios es soberano y la Iglesia es el Cuerpo de Cristo. Estos dos hechos son la razón por la cual creo firmemente que el Espíritu Santo ahora se está moviendo en la vida y el testimonio de la iglesia. Donde el Espíritu está presente nuestros desafíos son transformados en oportunidades. Con la dirección del Espíritu y contando con su poder, enfrentar las dificultades es bueno y saludable. No es nada nuevo para la Iglesia el ser confrontados con realidades decisivas; de hecho, las crisis anteriores, a pesar de ser prolongadas, han demostrado ser épocas de renacimiento en la vida de la Iglesia. La historia es clara: desde hace siglos, cuando la iglesia se convierte en cómoda, prestigiosa o privilegiada, invariablemente ha caído en los peores modelos de complacencia y egoísmo. Así que creo firmemente que la Iglesia está en su mejor momento cuando las cosas se ponen difíciles. En definitiva, creo que ahora estamos inmersos en un despertar espiritual y (¿me atrevo a decirlo?) renovación institucional. Sin duda, hay un largo camino por recorrer y las tareas son difíciles y arriesgadas, pero tengo la sensación de que estamos en el buen camino. En mis viajes y encuentros a través de la diócesis, ciertamente he experimentado los desafíos que enfrenta alguna congregación. Pero no por ello dejo de reconocer los increíbles ministerios e historias que también están sucediendo todo el tiempo. (Es extraño notar cómo podemos 32 tan rápidamente pasar por alto estas cosas buenas y enfatizar en cambio los aspectos negativos en la vida de la Iglesia). Durante las visitas del domingo, sus tres obispos ahora rutinariamente bautizan a adultos, y las confirmac [ۙ\™HY[