Virginia Episcopalian Magazine Fall 2012 Issue | Page 34
Cordialidad y Respeto Cristiano
the Rt. Rev. Shannon S. Johnston
Hace años, asistí a una conferencia en Kanuga, Carolina del
Norte, donde el Arzobispo Desmond Tutu había sido invitado.
El arzobispo habló sobre lo que significaba “compartir la paz”
en nuestra celebración de la Santa Eucaristía. Mientras hablaba,
el Arzobispo Tutu se animó mucho; en realidad, se entusiasmó
mucho con el tema de la paz. Yo estaba tan acostumbrado a
compartir la paz en la iglesia que el tema era un poco rutinario
para mí. Pero el Arzobispo Tutu me despertó de ese letargo
litúrgico. Yo había aprendido en el seminario que la paz es
el momento en que se vincula el servicio de la palabra y el
servicio de la mesa. Pero el Arzobispo Tutu destacó que la paz
es realmente uno de los momentos más sagrados de la liturgia.
Dijo que debemos experimentar la paz como un punto alto
en la Eucaristía porque es el momento cuando destacamos la
presencia de Cristo en nosotros a través de otra persona: y en
cada persona. Nosotros no deberíamos simplemente sacudir las
manos entre unos y otros, explicó. En realidad nos deberíamos
inclinar a uno hacia el otro, casi como en una reverencia, tal como
nosotros reverenciamos o nos arrodillamos ente la Cruz o ante el
Pan y el Vino de la Comunión. En la santidad de la fe que tenemos
en común, nuestro Señor Jesucristo está verdaderamente
presente entre nosotros en cada hermano o hermana.
Como podrán notar por el título de este artículo, no estoy
exponiendo esto para enseñar sobre la paz litúrgica. Más bien
estoy considerando la cuestión de la cortesía y el respeto mutuo,
del uno al otro en la Iglesia. Si es cierto (como estoy de acuerdo
que es) que el mismo Jesús está presente entre nosotros a través
de otra persona, entonces seguramente debemos respetar esa
presencia en unos y otros guardándonos en el vínculo del amor
cristiano. Ofendemos nuestra propia relación con Jesucristo
cuando le faltamos el respeto a otra persona. Hay una gran
diferencia entre la plenitud del amor cristiano y los buenos
modales. Pero, como en el cuerpo de Cristo estamos llamados
a las alturas y profundidades del amor cristiano, amándonos
unos a otros (un punto que San Pablo hace una y otra vez en sus
cartas), seguramente esto debe incluir la virtud de la cortesía
como norma en nuestras relaciones. Para continuar con San
Pablo una vez más, si se toma la leche de la cortesía para alcanzar
los alimentos sólidos del amor cristiano, entonces debemos ser
profundamente conscientes de ser respetuosos en nuestros
desacuerdos o cuando nos encontramos con que tenemos un
problema con otra persona.
Bien se pueden imaginar que, como obispo, a menudo
recibo las confidencias del dolor personal sufrida por los
feligreses y el clero, específicamente en el contexto de la
vida congregacional. Demasiadas veces nos hacemos daño
mutuamente por acciones incompatibles o simplemente
frivolidad. Las cosas han empeorado con la conveniencia del
correo electrónico, pero los encuentros cara a cara también
pueden ser muy hirientes… y tampoco las cartas o mensajes
venenosos no han desaparecido. No soy yo extraño a este tipo
de cosas. Sin duda, yo he recibido mi parte. Cualquier elemento
hiriente es inaceptable, algo que no merece ningún lugar dentro
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Virginia Episcopalian / Fall 2012
Foto: Mary Beth Baylor
Obispo Johnston en Shrine Mont.
de la comunidad o en el diálogo cristiano.
Entonces: ¿qué es la cortesía o el respeto cristiano? No estoy
sugiriendo adulaciones o superficialidades, y soy el último en
pensar que todos los cristianos deben ser personal o socialmente
faltos de carácter. Voy a empezar a responder a esta pregunta
señalando la descortesía o falta de respeto. En primer lugar,
nunca debemos caer en el insulto personal. En segundo lugar, he
notado que atribuir motivos maliciosos a la otra persona es un
error común. Ambas situaciones asumen que conocemos todos
los hechos y que conocemos el corazón, la mente y el alma de
la otra persona. La clave para el ejercicio de la cortesía cristiana
es que nunca debemos hacer cualquier suposición. Será muy
provechoso tomarnos el tiempo y esfuerzo necesarios para
examinarnos sobre estos puntos para determinar si estamos
actuando cristianamente.
Para poner las cosas positivamente, la cortesía cristiana
siempre dará el beneficio de la duda a muestro prójimo.
Esto es difícil, pero Jesús nunca dijo que las virtudes del
Evangelio no demandan un costo personal. Además,
debemos desechar la idea que “debemos marcar goles.”
Más a menudo, esto significa ]YHX