Virgilio Piñera al borde de la ficción (La Habana: Editorial UH / Letras Cubanas, 2015) | Page 70
El escritor Virgilio Pinera narra sus impresiones*
ERNESTO ARDURA
«Hay una sola palabra -dice el escritor Virgilio Piñera a su regreso a Cuba
después de dos años de estancia en el extranjero- para situar el tono de la
vida cubana de hoy: disparate. Ello se advierte en lo político, lo social, lo
económico; aun en la simple relación de personas domina el absurdo».
Y como queriendo confirmar su tesis con un ejemplo bien ilustrativo, añade: «Tal parece que todos se hubieran propuesto este esquema
enrevesado de razonar: pregunta: "¿se levanta usted temprano?";
respuesta: "mi tía se llama Cacha"».
—Entonces, ¿el diagnóstico es grave, amigo Piñera?
—Estamos amenazados de lo peor que puede ocurrirle a un pueblo;
esto es, la falta del sentido de discernir, de diferenciar, de entenderse.
Por otra parte, la vida cubana se ha convertido, por obra de las sucesivas crisis económicas, en una búsqueda desesperada del peso. Todo se
hace en función del peso, desde la mano que se da hasta la cultura.
—¿Y no habrá salvación posible?
—Entre nuestros males, apunto este de mucha envergadura: carecemos de mitos. La simulación de la cultura, del espíritu, del sexo, del
amor, etc., nos ha costado su pérdida. Rescatar esto sería el comienzo
de una estabilidad mental, presupuesto básico de todo pensamiento.
Banalizar la cultura
Virgilio Piñera fue becado por dos años por el Gobierno de la
República Argentina para hacer investigaciones sobre las letras
hispanoamericanas. Desarrolló allí una intensa actividad intelectual.
Publicó cuentos, ensayos y artículos en las principales revistas y periódicos de Buenos Aires; fue presidente del comité de traducción de la
*
El Mundo, La Habana, l. ro de febrero, 1948, p. 12.