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VIDAMÉDICA / Columnas de Opinión
COLUMNAS DE OPINIÓN
Dre. Maxim Arancibia Torrejón Pdta. Depto. de Género, Colegio Médico La Serena
Dr. Antonio Orellana Tobar Decano Facultad de Medicina U. de Valparaíso y Pdte. ASOFAMECH
CUIDAR SIN CARICATURAS: LA SALUD BASADA EN EVIDENCIA
Y DERECHOS FRENTE A LA
DESINFORMACIÓN SOBRE GÉNERO
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En el escenario actual, los debates sobre salud y género han sido contaminados por narrativas ideológicas que distorsionan el rol médico y caricaturizan las prácticas clínicas afirmativas. Estas estrategias no sólo desinforman, sino que socavan el compromiso ético de nuestro gremio con la evidencia científica, los derechos humanos y la atención centrada en las personas. En materia de género, las microviolencias— sutiles, reiteradas y profundamente estructurales— afectan la relación médico-paciente, especialmente cuando se invalidan identidades o se omite el respeto a nombres, pronombres o corporalidades diversas. Negar estas realidades no es neutralidad: es omisión clínica. La evidencia científica desde la teoría del estrés de minorías demuestra que estas formas de violencia cotidiana tienen impacto directo en la salud mental, sexual y vincular de las personas trans y de género no conforme. Como Departamento de Género y Colegio Médico de Chile, hemos impulsado instancias formativas para actualizar la praxis médica con enfoque afirmativo, interseccional y despatologizante, sin ideologismos ni reduccionismos. Es nuestro deber posicionar estos saberes con rigor y responsabilidad, no sólo para responder a la desinformación con evidencia, sino para asegurar una medicina que no deje a nadie atrás.
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LA EROSIÓN DE
LA PRÁCTICA MÉDICA
Tras el preocupante informe de la Contraloría sobre la emisión indebida y el mal uso de las licencias médicas, cabe preguntarse sobre el respeto y el prestigio de nuestra profesión en la esfera pública. El escándalo de la emisión y el uso abusivo – por no decir doloso de licencias médicas – que destapó la Contraloría General de la República ha herido profundamente el corazón de una profesión cuya práctica descansa en el compromiso ético inalienable, con el prójimo y sus pares. Desde de hace más de dos mil años, todo médico sabe, que el bisturí se guía por los principios de la ciencia, y también, por estrictos códigos morales“ para bien de los enfermos, apartándolo de toda injusticia voluntaria y de toda corrupción”, como establece y demanda el juramento Hipocrático. De aquel tiempo hasta hoy, los médicos nos hemos jactado de ser fieles depositarios de esta responsabilidad social, y capaces, además, de traspasarla como legado a cada nueva generación de titulados, a través de una formación rigurosa que ha sabido promover este compromiso de manera pública, cual mantra, generando un aura de respeto y prestigio en la esfera pública. Frente a la evidencia incontestable aportada por la Contraloría, cabe preguntarse si ese halo de aceptación terminará por difuminarse como ha ocurrido con tantas otras necesarias y nobles actividades humanas, manchadas por el individualismo y la avaricia. Ante esto, el Colegio Médico expresó su consternación, realizando una autocrítica propositiva y proponiendo avanzar en un plan destinado a protocolizar el reposo y reformular el diseño del sistema. De la misma forma, debemos hacer una reflexión desde el ámbito formativo y recordar que la medicina es ciencia, arte y humanismo, sin embargo, vivimos un tiempo en que no sólo en medicina, sino que en general en las universidades existe la tendencia de reducir al mínimo las humanidades, en aras de la ciencia y la tecnología. Los médicos se han convertido en científicos y de la mano de la ciencia avanza la tecnología, quedando en un segundo y tercer plano el arte y las humanidades. Las escuelas de medicina no pueden sucumbir ante cantos de sirenas ya que durante los estudios de pregrado debe mantenerse dentro de los ámbitos universitarios la reflexión frente a la excesiva información con la cual hoy en día cuentan los estudiantes. Heidegger observaba que
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