104 } VIDAMÉDICA / HISTORIA DE LA MEDICINA
Historia de la Medicina
LA SALUD DE UN GIGANTE:
EL AUGE DE CHINA
Y LAS REFORMAS SANITARIAS
Marcelo López Campillay, Secretario Soc. Chilena de Historia de la Medicina. Profesor asistente Fac. Medicina PUC
El comienzo de 2020 ha centrado las miradas del mundo en
la ciudad de Wuhan, en la República Popular de China. La
irrupción del coronavirus (2019nCoV) generó un estado
de conmoción a nivel local y global, que ha seguido los patrones
históricos que caracterizan las epidemias infecciosas, que van
desde la incertidumbre social y económica, hasta las decisiones
sanitarias nacionales e internacionales.
La irrupción del virus ha concitado preocupación en las cúpulas
del gigante asiático por las consecuencias sociales y políticas que
podría revestir para el prestigio de potencia global que ha construido
a lo largo de décadas. Sin embargo, mirado en perspectiva
histórica, es plausible plantear que éste es un nuevo capítulo en
el esmero que el comunismo chino ha desplegado en el diseño
de un sistema de salud al servicio de su proyecto revolucionario.
La construcción de un orden sanitario al servicio del bienestar de
una población y de un proyecto civilizatorio es una idea de largo
aliento en la historia de la humanidad y en la trayectoria imperial
de China, de casi 3.000 años. Durante siglos, ese orden sanitario
se sostuvo en ideas que he hemos conocido en Occidente
como medicina tradicional china, cuya práctica se ha sostenido
en un concepto holístico de salud que vincula estrechamente al
individuo y la energía del universo (qi). No obstante, desde el
siglo XVIII, en la era de la modernidad, el modelo médico tradicional
chino fue sujeto a transformaciones propias de una nueva
forma de ver el mundo, en el que el bienestar material y social
podía ser alcanzado mediante el ejercicio del poder.
Tal como ocurrió en las revoluciones de Norteamérica en 1776,
en Francia en 1789 y en Rusia en 1917, la nación asiática también
experimentó un episodio en el que una elite pretendió romper
con el pasado. Así, desde 1949, dirigida por Mao Zedong, la naciente
República Popular China fue objeto de un largo proceso
de reformas inspiradas en una versión local del comunismo, que
concedió un protagonismo al mundo campesino que era prácticamente
la base social y cultural del país. Mao movilizó a sus
huestes a emprender un proceso de colectivización de la agricultura
y la industria china o Gran Salto Adelante, en el cual la
provisión de salud a la población ocupó un lugar central, puesto
que entendía que las enfermedades eran fruto de un contexto
social y cultural, que en este caso se circunscribió a la pobreza
rural y a los bajos niveles educacionales.
Entre las décadas de 1950 y 1960, impulsaron una serie de acciones
preventivas, a fin de crear un sistema de salud centralizado,
que inauguró un ministerio de salud en 1949 y su base territorial
fueron las comunas populares fundadas en 1958. Junto con fomentar
la convivencia de la biomedicina occidental y la tradicional
medicina china, se organizaron grandes campañas sanitarias
para vacunación, erradicación de enfermedades infecciosas y la
educación higiénica. La gran “campaña higiénica patriótica” contra
las cuatro plagas (ratas, moscas, mosquitos y gorriones) fue
un ejemplo aquello, pero su impacto ecológico provocó una plaga
de langostas que asoló los campos chinos y generó una hambruna
que ocasionó la muerte de 30 a 40 millones de personas.
La era de Mao enfatizó el carácter igualitario y la participación
de la comunidad como sello de la salud pública. Se tendió a
proletarizar la profesión médica y se dividió la asistencia rural
en tres niveles: hospitales de distritos, comunas y paramédicos.
Estos últimos tuvieron un papel trascendental porque recorrieron
el país proveyendo asistencia básica y educando a la población,
por lo que se ganaron el apelativo de médicos descalzos,
cuya experiencia sirvió de referencia para la elaboración de la
Atención Primaria de Salud que se engendró en la reunión de
Alma Ata de 1978. El gobierno de Mao, que finalizó en 1976 con
su muerte, logró consolidar un sistema sanitario, apoyando tanto
la oferta como demanda de asistencia médica.
Con la llegada al poder de Deng Xiaoping (1978), el sistema de
salud tuvo reformas que dieron cabida al mercado de bienes y
servicios y a la descentralización, como parte de la línea aperturista
del nuevo régimen y obedeciendo a los cambios que trajo el
enorme crecimiento de su economía, el cual fomentó la capacidad
de consumo de sus habitantes.
La inauguración del siglo XXI significó otra etapa de cambios en
el sistema de salud chino, impulsado en gran medida por el impacto
que ocasionó la aparición del SARS en 2003, epidemia que
desnudó las falencias del modelo de provisión médica a la población,
sobre todo en lo concerniente a las inequidades socioeconómicas
regionales que quedaron en evidencia. Por tal motivo,
la presencia del coronavirus es un nuevo reto para un sistema de
salud que desde mediados del siglo pasado ha debido hacer varias
adaptaciones conforme al ambicioso programa político del
Partido Comunista chino, así como enfrentar las críticas de sus
1.386 millones de habitantes que, pese a las restricciones de los
derechos civiles y políticos, dispone de información gracias a las
redes sociales, y a las facetas económicas, científicas y sanitarias
de un proceso de globalización que en materia de epidemias y
pandemias tiene plena vigencia.