EDITORIAL
LA BUENA MEDICINA
Dra. Barbara Puga Larrain
Presidenta de Falmed
A
demás de garantizar la defensa médico legal de
nuestros afiliados, Falmed cumple una función
educativa que pretende prevenir e incidir en la
judicialización de la medicina. Entregar elementos que for-
man parte de la atención en salud, que aporten a la mirada
del médico, que le ayuden a entender la complejidad del
ámbito profesional en el que se desarrolla, los elementos
que deben estar presentes en este sensible acto, permitien-
do que la relación llegue a buen término aun si el resultado
no es el esperado.
No tenemos una responsabilidad de resultados, e incluso
en los momentos de una dolencia, como pacientes, como
familias, sabemos de la posibilidad de que el acto médico y
la atención sanitaria no puedan resolverla.
Ninguno de los elementos que deben participar de la aten-
ción en salud son visibilizados cuando se llevan a cabo con
éxito. En cambio, si el resultado es insatisfactorio, tenderán
a buscarse en ellos las causas, responsabilizando al médico
y a las instituciones por estas falencias.
Hay aspectos técnicos que dan cuenta de la seguridad en la
atención sanitaria, entendiendo el acto médico como una
intervención multidisciplinaria e institucional.
Se ha avanzado enormemente en su identificación. En la es-
tandarización de la infraestructura, del equipamiento y del
recurso humano. En la definición de los procesos que deben
cumplirse para reducir la posibilidad de error. También se
ha mejorado en la implementación de procedimientos obli-
gatorios de vigilancia como una autorización sanitaria, una
acreditación, que obligan a contar con estos estándares y al
cumplimiento de estos procesos. Todo ello, sin duda, apor-
tará en una atención sanitaria segura, pero no resolverá el
problema. Sólo la integración de todos los elementos inhe-
rentes al acto médico, apoyados en la experiencia, la disci-
plina, el cariño, el respeto en la atención del paciente, evitan
la deshumanización del acto médico con la consecuente
frustración de quien es atendido y su grupo familiar, causa
habitual del quiebre de nuestra relación con los pacientes.
Cada acto médico realizado en este espacio de dedicación
puede ser la fuente de un enriquecimiento permanente de
cada uno de nosotros como personas.