VIDAMÉDICA /VOCACIÓN PÚBLICA
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Dra. María Cristina Martínez, hematóloga
“EL TEMA MONETARIO NOS
HACE OLVIDAR QUE NOS
COMPROMETIMOS A CUIDAR
LA VIDA DE LAS PERSONAS”
En 2020, el Centro de Sangre de Concepción, perteneciente al Ministerio de Salud, cumple dos décadas de
existencia. Detrás de su formación y consolidación se encuentra la doctora María Cristina Martínez, quién como
directora de la entidad, ha sido un pilar fundamental para liderar una gestión que ofrece números inéditos en
el área: un 80% de sus donantes son altruistas, es decir, aportan voluntariamente. Con 43 años de trayectoria en
el sistema público, entrega su visión de su funcionamiento, el rol social de los médicos y hace un repaso de los
cambios que ha sufrido su área y de lo que viene por delante.
Por Patricio Cofré A.
M
aría Cristina Martínez se encontraba estudiando
su especialidad en Inmunología a fines de la déca-
da de los 70, en París, cuando conoció en detalle la
disciplina con la que se comprometería durante gran parte de
su vida. Hasta entonces, reconoce, no había tenido particular
interés, ni cercanía con esa área de la medicina durante sus
estudios de pre grado en la Universidad de Chile. “Yo jamás
pensé que iba a ser hematóloga, me gustaba la nefrología, pero
me cambié a inmunología luego de darme cuenta del trabajo
comunitario que había ahí y me empezó el amor y el bichito
por la hematología”, comenta. Desde que regresó al país, ha
dedicado su trayectoria completa al sistema público y, en es-
pecífico, a esa rama.
Y no lo ha hecho de cualquier manera. Ha sido pionera en el
trabajo en la materia, ejerciendo en una unidad especializada
en el Hospital Regional de esa ciudad, el mismo que luego de-
rivó en la entidad que la tiene, desde su creación, como direc-
tora: el Centro de Sangre de Concepción, que en 2020 cumple
dos décadas.
La institución, dependiente del Ministerio de Salud, se ha
transformado en un ejemplo de gestión, en especial, por una
cifra sorprendente en materia de donantes. Diariamente, en
todos los recintos de su red, se reciben cerca de 260 perso-
nas, llegando a un 80% de donación altruista, es decir que
lo hacen de forma voluntaria, sin que tengan familiares que
solicitaran su ayuda o pagados.
Con esto, se nutre a los hospitales y centros asistenciales entre
la región del Maule y la de la Araucanía, para tener un stock
de sangre y sus derivados para operaciones, transfusiones y
todos los procedimientos requeridos por el sistema sanitario.
Algo diametralmente diferente a cuando comenzó su labor. “La
donación en Chile era familiar y reactiva, es decir, se realizaba
frente al accidente o enfermedad grave de las personas y lo ha-
cían tarde, cuando el paciente ya necesitaba los componentes.
Por esa razón, siempre había escasez y retraso en las transfu-
siones, porque había pocas unidades de sangre, siempre era un
drama”, explica.
¿Cuál era la realidad en los recintos médicos en esa época?
Era terrible. Un banco de sangre de un hospital de mil cien
camas, a veces tenía solamente 40 unidades de glóbulos rojos.
Eso se podía consumir en un día. Los pacientes se transfun-
dían tarde, las operaciones se postergaban con mucha frecuen-
cia y a todas las personas se le pedía un mínimo de 2 donantes.
Si no llevaban, se le mandaba a la casa, no importando qué
tipo de cirugía fuera.
Una situación muy precaria…
De pobreza, sin equipamiento, con desconocimiento de bio se-
guridad, con poca disciplina en el trabajo y sin un concepto