Vida Médica Volumen 71 N°1 - 2019 | Page 75

VIDAMÉDICA / MÉDICOS MAYORES En su autobiografía va mostrando cuadros de retratos, paisa- jes, “paquetes” y comentándolos. Muestras varios desnudos, entre ellos una mujer muy hermo- sa. Comenta que cuando ella paseaba por las calles de París todo el mundo se daba vuelta para mirarla. Además, sobre el cuadro de un enano relata que “no es un mo- delo, solo es un boceto” y que cuando empezó a pintarlo, le dijo “debe pagarme ahora”. Le pagó. Al día siguiente, volvió a repetirle: “debe pagarme nuevamente, ponerme música y traerme mujeres desnudas para mirarlas, además, usted me cae mal”. Lo despidió de inmediato. Le gustaba pintar “príncipes”, pero también personas del pueblo. Decían que sus cuadros eran solo fotografía, ante lo que él contestó “pero hoy en la civilización, la fotografía está en todo, en las calles, en los diarios, en el cine, en la TV”. La esencia del pintor se consigue con el modelo, no con la fotografía. Para él la persona que le compraba un cuadro adquiría una relación con su vida, con su hogar. La pintura es larga, difícil, no es fácil. De Chile viaja a Europa en barco, mareado todo el tiempo, comenta, para peor, con un temporal. Solo al llegar al medite- rráneo el viaje se calmó. Para él un paraíso, más aún escoltado por docenas de delfines. Desembarcó en Barcelona. Vivió en Madrid algunos años y luego en París, otros más. En Madrid se relacionó con la sociedad de ese lugar pintando retratos. Pintó también a la hija de Franco (1960). Fue muy mimado en Madrid, todo el mundo lo invitaba a las fiestas. Marcos, de Filipinas lo invitó a su país para que pintara a su señora que era bellísima. Como también le ocurrió en España, donde pintó retratos de la sociedad finlandesa (1968). Fue invitado a exponer en la galería de Malboroug, en EE.UU., una de la más grandes galerías del mundo, que solo exhibe a los mejores pintores y, en beneficio para él, la que pide más caro por los cuadros que muestra (las otras galerías de Malboroug están en España, Japón e Inglaterra). La exposición que realizó en Chile fue muy visitada, porque para los chilenos él era un mito (muestra una fotografía donde está la gente aglomerada para entrar al museo de Bellas Arte de Santiago). Todo el mundo lo abrazaba, le tocaban las ma- nos, le pedían autógrafos, fue maravilloso. En Chile compró un fundo al lado del Lago Villarrica donde vivió un tiempo. El problema que tuvo para pintar paisajes, dice, fue porque el país tiene un clima muy cambiante y tenía { 75 a veces que esperar varios días para recuperar la luz. El año 1972 se trasladó a vivir en Tanger donde vivió el resto de su vida y donde pintó sus mejores cuadros, porque la luz del mediterráneo era extraordinaria, desconectándose ade- más del teléfono y de la vida social. Pintaba de 8 a 10 horas diarias. Investigó el tema árabe, un mundo exótico para él. Recuerda que cuando pintó el cuadro “La Última Cena”, éste fue destruido por el personal de la aduana, porque en el cua- dro estaba Jesucristo vaciando vino en un vaso. El vino estaba prohibido por el Corán. Le fue muy difícil reparar el cuadro. Cuando expuso en EE.UU, el crítico más famoso de New York lo alabó diciendo: “Bravo- Bravo- Bravo”. Posteriormente, el mismo lo hablóo mal de él, después de haber pintado un cua- dro donde estaba desnudo encima de un “paquete”. En repre- salia, cuando llegó a Madrid imprimió tarjetas de navidad con este cuadro y lo repartió a numerosas personas. Finalmente, murió en Tanger, Marruecos, después de haber presentado dos ataques de epilepsia y un infarto camino al hospital, a los 75 años de edad. Cuadro “Noureddine” (Retrato de un hombre joven) [1983] Óleo sobre lienzo. (Facebook Claudio Bravo Camus)