Vida Médica Volumen 71 N°1 - 2019 | Page 32

Dra. Barbara Puga Larrain Presidenta de Falmed EDITORIAL M irar el actual panorama del ejercicio de la profesión médica puede provocar algo de vértigo. Si consi- deramos todos los cambios que los últimos treinta años ha tenido la atención clínica, reconocemos un giro radical sobre el modelo y lo que entendemos como una atención se- gura y de calidad. Sin acostumbrarnos del todo, comenzamos a asimilar que nuestra profesión puede ser cuestionada desde varias aristas, que ya no sólo incluyen nuestros diagnósticos o resultados, sino también lo legal y lo comunicacional. Instalados como la cara visible de un sistema de salud deficita- rio, enfrentamos denuncias tanto en medios de comunicación y redes sociales. Así es como no nos queda más que reconocer que la población a la que atendemos día a día y sus familias, no está satisfecha con la salud que reciben. Y eso, sin duda, nos afecta. Los errores médicos, por definición, son involuntarios, pero al- gunos pueden provocar daño a nuestros pacientes, convirtién- dose entonces en eventos adversos. El objetivo de profundizar con una edición especial sobre estas materias y cómo impactan en la seguridad clínica nos pareció un abordaje necesario como Fundación dedicada a asesorar a médicos. Acercarnos a la realidad chilena para saber cuál es la prevalencia de eventos adversos en los hospitales públicos y clínicas privadas, entrevistar a profesionales de larga trayec- toria y líderes de hospitales para conocer cómo han abordado el desafío de avanzar hacia una cultura de la seguridad y desa- rrollar un protocolo que facilite cómo actuar cuando reconoce- mos estar frente a un incidente relacionado con la seguridad del paciente. Después de este importante acercamiento, nos queda claro que los procesos de ajustes no tienen que ver tanto con nuestras prácticas médicas sino con la construcción de ambientes que propicien el aprendizaje. Si bien esta acción es un gran desafío para las organizaciones, representa además una gran oportuni- dad de mejora para la cultura de seguridad y gestión de riesgo. En ese sentido, estamos comenzando a recorrer un camino que si bien aún no está completamente trazado, tiene un norte claro: mejorar sin dañar a los pacientes.