78 } VIDAMÉDICA / MÉDICOS MAYORES
SOBRE LA INOCULACIÓN
DE LA VACUNA
Dra. Adriana Ducos
Pintura que retrata a Edward Jenner vacunando a James Phipps el 14 de mayo de 1796.
E
n 1694 nace en París Francois Marie Arouet,
Voltaire. En 1734 publica “Cartas Filosóficas o
Cartas Inglesas”. En ellas se refiere al tema “La ino-
culación de la Vacuna”, que transcribimos en este
artículo. Y es sólo 62 años más tarde (1796) cuando Edward
Jenner inventa la primera vacuna contra la viruela.
Era un médico rural, gran observador y amante de la natura-
leza. La vaccina o vacuna de las vacas es una enfermedad que
producía una erupción en las ubres de estos animales. Como
tantas veces en la Historia de la Humanidad, la sabiduría po-
pular se adelantó a la observación científica: los campesinos
sabían que los ordeñadores podían contagiarse de la viruela
de las vacas y, además, observaron que si había una epidemia
de viruela, estos trabajadores enfermaban en raras ocasiones.
A Jenner se le ocurrió la idea tras escuchar a una lechera de
su pueblo: “yo no cogeré la viruela mala porque ya he cogido
la de las vacas”. A partir de ese momento, Edward Jenner in-
tuyó que esta experiencia podría llevarse a la práctica y dedi-
có más de veinte años de su vida a estudiar la cuestión.
Jenner fue un amante de la naturaleza y un profundo obser-
vador. Vivió y murió en Bekeley, en el condado de Gloucester.
La vida urbana nunca le atrajo y por eso ejerció en su loca-
lidad natal.
Después de su famoso invento, le ofrecieron trasladarse a
Londres, pero él declinó tal propuesta y escribió a un ami-
go: “mi fortuna es suficiente para satisfacer mis deseos. En
cuanto a la fama, ¿qué es la fama? Un peto dorado, siempre
atravesado por las flechas de la malignidad”.
Es impactante constatar así que dos genios, desde distintas
disciplinas y ópticas, intuyendo, observando y procesando,
coinciden en un tema que ha permitido evitar tantas muertes
a la humanidad.
VOLTAIRE: CARTAS FILOSÓFICAS Y OTROS ESCRITOS
11ª Carta. Año 1734.
En voz baja, se dice en toda Europa que los ingleses son lo-
cos y fanáticos: locos porque inoculan a sus hijos para evitar
que contraigan esta enfermedad (la viruela), fanáticos, porque,
parar prevenir un mal incierto, provocan tranquilamente, una
enfermedad segura y terrible.
Los ingleses, por su parte, dicen: ‘los otros europeos son cobar-
des y desnaturalizados; cobardes porque temen hacer sufrir
un poco a sus hijos; desnaturalizados, porque los exponen a
que mueran un día de viruela’.
Para juzgar las razones de esa disputa, narraré la historia de
esa famosa inoculación, de la que con tanto temor se habla
fuera de Europa.
La mujeres de Circasia (en la Rusia del Cáucaso, actualmente
entre la república de Georgia, antigua Rusia y Turquía orien-
tal), tienen la costumbre, desde tiempo inmemorial, de provo-
car la viruela a sus hijos, a partir de los seis meses de edad,
haciéndoles una incisión en el brazo e inoculando en ella una
pústula que ha sido previamente extraída con cuidado del