EDITORIAL
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EDITORIAL
Repensar nuestro sistema de salud
L
os sistemas sanitarios son arreglos institucionales
complejos. Sus historias reflejan la forma en que las
sociedades deciden hacerse cargo de un problema
tan desafiante como es cuidar de la salud de su po-
blación. Por ejemplo, el sistema inglés surge de la necesidad
de establecer un Estado de Bienestar solidario posterior a la
segunda guerra mundial. En el mundo, en forma similar otros
evolucionaron como una continuación de las mutualidades y
otras respuestas colectivas que los trabajadores habían orga-
nizado para asegurar la salud de sus pares.
En la base fundacional de estos ejemplos se encuentra el es-
fuerzo de la sociedad por encontrar una respuesta colectiva
para asegurar a todos el cuidado necesario en los períodos de
enfermedad. Lamentablemente, la historia que se escribió en
nuestro país en 1979 y 1981, años en que se crean FONASA y
las ISAPRE, respectivamente, no se basa en motivaciones tan
nobles como las antes mencionadas.
La creación del primero aparece desde un comienzo como
el destino para aquellas personas sin la capacidad de pagar
un seguro en el mercado. Y el segundo, por otra parte, se es-
tablecen como una ventana para que la industria privada se
encargue de la seguridad social de aquellos con suficientes
recursos.
Así, Chile tiene un modelo de salud altamente segmentado,
que divide a la población según su riesgo de enfermar y nivel
de ingreso, contrario a los principios de solidaridad y equi-
dad de la seguridad social. Así, se cristaliza un sistema para
ricos más sanos y otro para pobres más enfermos. Esto gene-
ra importantes ineficiencias e inequidades en la distribución
de los recursos destinados a responder a los problemas de la
población.
A esto se suman las críticas a la forma en que operan las
ISAPRE, por las considerables diferencias en el precio de los
planes de salud, según sexo y edad; y por el uso de la infor-
mación acerca de patologías previas para negar coberturas
de atención (las llamadas pre-existencias). Estas prácticas
generan que cerca del 50% de los beneficiarios no puedan
cambiarse de ISAPRE, lo que se ha denominado “cautividad”.
Una de las razones que llevan a las sociedades a generar sis-
temas de salud solidarios es el reconocimiento de la inevitable
inequidad que existe al enfermar. Muchas veces se debe a fac-
tores hereditarios, por malos hábitos, por el hecho de enveje-
cer o por factores sociales. En este sentido, debemos resolver
como sociedad si nos parece que las causas de nuestras enfer-
medades son problemas individuales o colectivos; si el mode-
lo sanitario va a disminuir o aumentar la brecha en salud; y
qué tipo de acceso a la atención vamos a otorgar a aquellos
con menos recursos y mayor riesgo de enfermar.
A casi cuarenta años de que nuestro sistema de salud adop-
tara su configuración actual, vale la pena preguntarse si este
sigue siendo el arreglo institucional que queremos para nues-
tro país. Lamentablemente, una pregunta como esta no puede
responderse en parcialidades. Como sociedad debemos ser
capaces de responder entonces: si nos parece adecuado que la
seguridad social se administre igual que el resto del mercado,
si consideramos que el sistema de salud debe tener un rol en
disminuir o ampliar las desigualdades, y, en definitiva, si cree-
mos que los problemas en esta área son responsabilidad de
los individuos o de la sociedad en su conjunto.
Nos encontramos en un momento histórico para generar una
reforma que beneficie a toda la ciudadanía. Estamos convenci-
dos que desde el mundo gremial, académico y social, debemos
contribuir a esta importante tarea nacional. Para ello, trabaja-
remos con todos los sectores que estén disponibles para apo-
yar los cambios que Chile necesite, articulando a los actores
que defiendan las necesidades de salud de nuestra población.
DRA. IZKIA SICHES PASTÉN
Presidenta
Colegio Médico de Chile