Viajes íncreibles Diciembre 2025 | Page 10

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VIAJES INCREÍBLES
3. Cruzar el Ponte Vecchio al atardecer: El Ponte Vecchio no es solo un puente: es un ícono medieval lleno de joyerías y pequeños talleres. Cruzarlo cuando el sol se esconde y tiñe el río Arno de tonos dorados es una escena digna de película. 4. Perderse sin mapa por el barrio de Santo Spirito: Al otro lado del Arno, el distrito de Oltrarno ofrece una Florencia más auténtica, con cafés artesanales, talleres de marroquinería y trattorias familiares. Es ideal para caminar sin rumbo y descubrir rincones tranquilos. 5. Gastronomía: comer como un florentino: Florencia celebra la comida simple pero poderosa, la bistecca alla fiorentina, jugosa y servida al punto, la ribollita, sopa espesa de verduras y pan, el lampredotto, un clásico callejero para los valientes, y los vinos Chianti Classico o Brunello di Montalcino que completan el ritual. Tip: evita restaurantes sobrellenados junto al Duomo. Camina dos o tres calles y encontrarás lugares donde comen los locales. 6. Miradores que enamoran: No te vayas sin subir a Piazzale Michelangelo, uno de los miradores más famosos del mundo. Desde allí, Florencia se despliega como una pintura: la cúpula, el Palazzo Vecchio, el Arno y los tejados enmarcados por colinas verdes. Más allá de sus museos y su cocina, Florencia regala algo que pocas ciudades pueden ofrecer: una sensación de reencuentro con lo esencial. En sus plazas, sus iglesias, sus jardines y sus riberas, se respira una inspiración constante, una invitación a crear, a contemplar, a vivir más despacio. Florencia recuerda que la belleza tiene un lugar indispensable en la vida humana. Que las ciudades no solo deben ser funcionales, sino también espirituales, sensibles y llenas de historias. Que el arte— tal como lo entendieron los grandes maestros renacentistas— es una forma de salvar el alma. Viajar a Florencia es, en última instancia, un acto de amor propio. Una pausa desde la cual mirar el mundo con nuevos ojos.