VIAJES DE GULLIBER Swift, Jonathan - Los viajes de Gulliver | Página 149
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encuentra una necesidad -lo que muy rara vez acontece-, se remedia inmediatamente por
unánime acuerdo y contribución. Allí se concierta la regulación de los hijos; por ejemplo: si
un houyhnhnm tiene dos machos, cambia uno de ellos con otro que tiene dos hembras. Y
cuando por una casualidad ha muerto alguna cría y no hay esperanza de que la madre quede
embarazada, se acuerda qué familia del distrito deberá dar nacimiento a otra para reparar la
pérdida.
Capítulo 9
Gran debate en la asamblea general de los houyhnhnms y cómo se decidió. -La
cultura de los houyhnhnms. -Sus edificios. -Cómo hacen sus entierros. -Lo
defectuoso de su idioma.
Una de estas grandes asambleas se celebró estando yo allí, unos tres meses antes de mi
partida, y a ella fue mi amo como representante de nuestro distrito. En este consejo se
resumió el antiguo y, sin duda, el único debate que jamás se suscitó en aquel país; y de él
me dio mi amo cuenta detallada a su regreso.
La cuestión debatida era si debía exterminarse a los yahoos de la superficie de la tierra.
Uno de los partidarios de que se resolviera afirmativamente ofreció varios argumentos de
gran peso y solidez. Alegaba que los yahoos no sólo eran los más sucios, dañinos y feos
animales que la Naturaleza había producido nunca, sino también los más indóciles,
malvados y perversos; mamaban, a escondidas, de las vacas de los houyhnhnms, mataban y
devoraban sus gatos, pisoteaban la avena y la hierba si no se los vigilaba continuamente y
causaban mil perjuicios más. Se hizo eco de una tradición popular, según la cual no siempre
había habido yahoos en el país, sino que en tiempos muy lejanos aparecieron dos de estos
animales juntos en una montaña, no se sabía si producidos por la acción del calor solar
sobre el cieno y el lodo corrompido, o por el légamo o la espuma del mar. Estos yahoos
procrearon, y en poco tiempo creció tanto la casta, que inundaron e infestaron toda la
nación. Los houyhnhnms, para librarse de esta plaga, dieron una batida general y lograron
encerrar a toda la manada; y después de destruir a los viejos, cada houyhnhnm encerró dos
de los jóvenes en una covacha y los domesticó hasta donde era posible hacerlo con un
animal tan selvático por naturaleza. Añadió que debía de haber gran parte de verdad en esta
tradición y que aquellos seres no podían ser ylhniamsly -o sea aborígenes de la tierra-,
como lo indicaba muy bien el odio violentísimo que los houyhnhnms, así como todos los
demás animales, sentían por ellos; odio que, aun cuando merecido, por su mala condición,
no habría llegado nunca a tal extremo si hubieran sido aborígenes o, al menos, llevasen
mucho tiempo de arraigo en el país. Los habitantes, con la ocurrencia de servirse de los
yahoos, habían descuidado imprudentemente el cultivo de la raza del asno, que era un
bonito animal, fácil de tener, más manso y tranquilo, sin olor repugnante y suficientemente
fuerte para el trabajo, aunque cediese al otro en la agilidad del cuerpo; y si su rebuzno no
era un sonido agradable, era, con todo, muy preferible a los horribles aullidos de los
yahoos.
Otros varios mostraron su conformidad con estas apreciaciones, y entonces mi amo
propuso a la asamblea un expediente cuya idea inicial había encontrado, indudablemente,
en su trato conmigo. Aprobó la tradición citada por el honorable miembro que había
hablado y afirmó que los dos yahoos que se tenían por los dos primeros aparecidos en el
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