VIAJES DE GULLIBER Swift, Jonathan - Los viajes de Gulliver | Page 126

120 En suma: el proceder de aquellos animales era tan ordenado y racional, tan agudo y discreto, que, por último, concluí que habían de ser mágicos que con ciertos fines se hubieran metamorfoseado y que, encontrando a un extranjero en su camino, hubiesen querido holgarse con él, o quizá que realmente se sorprendieran a la vista de un hombre tan diferente, por su traje, su semblante y su tez, de los que era probable que hubiese en clima tan remoto. Tomando fundamento de estas razones, me aventuré a dirigirme a ellos en la manera siguiente: «Caballeros: si sois encantadores, como tengo serios motivos para suponer, entenderéis todos los idiomas; de consiguiente, me permito comunicar a vuestras señorías que yo soy un pobre inglés afligido, lanzado por mis desventuras a vuestra playa; y rogar que uno de los dos me deje ir en su lomo, como si fuese un caballo verdadero, hasta alguna casa o aldea donde pueda ser remediado. Y en pago de este favor yo os regalaré este cuchillo y este brazalete.» Y los saqué del bolsillo al mismo tiempo. Los dos animales guardaron silencio mientras yo hablaba, con muestra de escucharme muy atentamente; y cuando hube terminado relincharon repetidamente cada uno, dirigiéndose al otro, como si mantuviesen una seria conversación. Observé con toda claridad que su lenguaje expresaba muy bien las pasiones, y las palabras hubiesen podido reducirse sin gran trabajo a un alfabeto más fácilmente que el chino. Pude distinguir frecuentemente la palabra yahoo, que los dos repitieron varias veces; y aunque me fuera imposible conjeturar lo que significaba, mientras los dos caballos estaban entregados a su conversación, yo intenté ejercitar en mi lengua esa palabra; y tan pronto como callaron pronuncié yahoo descaradamente, en voz alta e imitando al mismo tiempo lo mejor que supe el relincho de un caballo. Los dos quedaron visiblemente sorprendidos, y el rucio repitió la misma palabra dos veces, como si quisiera enseñarme la pronunciación correcta; yo la imité después lo mejor que pude, y aprecié que progresaba perceptiblemente, aunque muy lejos todavía de todo grado de perfección. Luego el bayo me puso a prueba con una segunda palabra mucho más dura de pronunciar, pero que reducida a la ortografía inglesa pudiera deletrearse así: houyhnhnm. No fuí con ésta tan afortunado como con la anterior; pero después de dos o tres ensayos más di con ella, y los dos caballos se mostraron muy admirados de mi capacidad. Luego de cambiar nuevos discursos, que yo calculé referirse a mí, los dos amigos se despidieron con el mismo cumplimiento de chocar los cascos, y el rucio me hizo señas de que marchase delante de él, lo que juzgué prudente hacer en tanto que encontraba un más conveniente director. Se me ocurrió aflojar el paso, y él me gritó: Hhuun, hhuun; adiviné el sentido, y dile a entender como pude que estaba cansado y no podía andar más de prisa, con lo cual se paró un rato para dejarme descansar. Capítulo 2 El autor, conducido por un houyhnhnm a su casa. -Descripción de la casa. - Recibimiento al autor. -La comida de los houyhnhnms. -El autor, apurado por falta de alimento, es socorrido al fin. -Su régimen alimenticio en este país. Al cabo de unas tres millas de marcha llegamos a una especie de gran edificio, hecho de troncos clavados en el suelo y atravesados encima; el techo era bajo y estaba cubierto de paja. Empecé a sentir cierto alivio y saqué algunas chucherías de las que los viajeros suelen llevar como regalos a los salvajes de las Indias de América y de otros puntos, con la esperanza de que pudieran servir de acicate a las gentes de aquella casa para recibirme 126