Veridis Music Febrero 2013 Febrero 2013 | Page 56

PELÍCULA

el fandom (o sea, el domo de fans), pues este título es el primero de una nueva trilogía, la cual no será desarrollada por Bungie. En su lugar, la batuta la tomó 343 Studios (quienes ya hicieron Halo: Reach) y, aunque se nota que Bungie ya no está aquí, es para bien, con una historia clara, gráficos realmente pulidos, un modo de juego suave, una dirección cinematográfica superior y un multiplayer que será muy difícil de superar. Si todavía no tienes Halo 4, por favor déjanos decirte: Te estás tardando.

En una de las viñetas que forman la sorprendente, entrañable y conmovedora película Dodeshkaden (El Camino de la Vida) de Akira Kurosawa, el Sr. Tanba, un artesano que une las historias y que sin duda representa la sabiduría popular, disuade de suicidarse a un hombre desesperado luego de perder a toda su familia diciéndole: Ahora tus seres queridos sólo viven en tu memoria. Si te suicidas ¿En dónde habitarán? ¿Qué será de ellos?

Cuando murió mi padre, el primer deceso de alguien realmente cercano que sufrí, quedé muy contrariado ante la

frialdad de mi propia reacción: Hubiera yo esperado sentirme más triste, más desolado, más deprimido, pero no fue así. Lo tomé con bastante naturalidad. Después de todo, el viejo tenía 91 años. Había vivido una vida larga y plena. Había disfrutado de muchos viajes y de una intensa pasión por el arte. Y se había ido sin dolor, sin agonía, en un instante. Una muerte piadosa.

Lo que entonces yo no sabía, lo que me tomaría algunos años constatar, era precisamente cuánta razón tenía el gran maestro del cine japonés: Mientras haya quién los recuerde, quién los evoque, quién los añore, los muertos no están del todo muertos. Viven y respiran y hablan adentro de nosotros. Nos habitan. Muchas veces nos guían, otras nos regañan y otras más nos hacen reír y nos obligan a añorarlos.

Hoy, 9 años después de que partió, prácticamente no hay día en que no me acuerde de algún dicho de mi (sabio) padre o no evoque alguna de sus muchas frases humorísticas o sus peculiares chistes judíos. O también, tengo que decirlo, de sus regaños o sus descalificaciones, que tampoco eran escasos.

Obviamente (ni modo, así es la vida), desde entonces he sufrido otras pérdidas. En especial la de un amigo entrañable, un hermano adquirido. Y de nuevo constato que ése que creí perdido para siempre, solamente se cambió de domicilio y ahora vive en mi cabeza y me sigue hablando, burlándose, diciendo las cosas chistosísimas que solía decirme en vida.

Mientras yo viva, mientras yo respire, ni mi padre ni mi amigo ni muchas otras personas que quise y se fueron estarán muertas. Al menos no del todo.

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