Veridis Music Febrero 2013 Febrero 2013 | Page 35

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Y Ziggy se va a América con los Spiders, hace unos conciertos épicos, conoce a Warhol y a Lou Reed, cantante de sus adorados The Velvet Underground, y se droga con Iggy, que le convence de que el hedonismo también es una forma de arte. Pero Ziggy tiene miedo de América, con sus monstruosas urbes y su sociedad enloquecida. Una mañana, en un hotel de Santa Mónica, California, después de un concierto memorable y su fiesta correspondiente, se levanta de la cama, donde duermen también dos chicos y una chica, tropieza con varias botellas de Moët Chandon vacías, se mira al espejo y ve su cara surcada en diagonal por un rayo rojo y azul. Ziggy Stardust se convierte en Aladdin Sane.

Las nuevas canciones están escritas durante la gira americana y contienen paranoia, miedo, estrés, drogas y América. Bowie coquetea por vez primera con la oscuridad y el frío para decorar sus canciones.

"Iggy Pop hará que Bowie muera como cantante folk y que conciba sus espectáculos en base a la sexualidad y la teatralidad"

Aladdin Sane es un álbum de escucha poco amable, las guitarras chirriantes están por encima de la voz en un intento de emular la mezcla de Exile On Main St. de los Rolling Stones y esa voz lejana, es hiriente, estridente, sexy y conmovedora. Time es un número de cabaret en los arrabales de una ciudad devastada por un ataque nuclear; y Lady Grinning Soul, con Mike Garson al piano, es la canción más triste y bella que ha escrito nunca.

Después de grabar Pin ups, un disco donde hace versiones de The Kinks, The Who y de los Pink Floyd de Syd Barrett, entre otros, Ziggy deshace los Spiders y Bowie mata a Ziggy y a Aladdin.

Fin del segundo acto.

Siempre se ha criticado que Bowie haya sabido rodearse de músicos y productores con mucho talento y que sin ellos sería un arista mediocre. Diamond dogs (1974) desmiente esta teoría barata ya que, compone, escribe, produce e interpreta lo que para muchos es su mejor obra y lo hace sin el respaldo de ninguna banda, sólo con músicos de sesión y un ingeniero de sonido que le introduce definitivamente en la cocaína. Se trata de Keith Harwood, que viene de trabajar en el Exile de los Stones, en el sótano de la mansión que Keith Richards tiene en la Costa Azul.

Bowie graba tres de sus mejores discos esnifando y fumando cocaína en cantidades industriales: pesa menos de 40 kilos. Así es el terrible nuevo personaje de tez mortecina llamado El Delgado Duque Blanco. Además del genial Diamond dogs, están Young americans, donde descubre el soul, colabora con Lennon y llega por primera vez al número 1 en Estados Unidos, y Station to station, que se cierra con la tremenda interpretación vocal de Wild is the wind. Con el pelo engominado hacia atrás, algunos kilos de más y elegante como un dandi, intenta salvar su vida escapando a Berlín y edita Low (1977) Heroes (1977) y Lodger (1979), con Brian Eno en la dirección musical. Esta trilogía experimental de sintetizadores tiene paradójicamente a tres guitarristas excepcionales: Carlos Alomar, Robert Fripp (King Crimson) y Adrian Belew.

Tengo que reivindicar a Lodger como el mejor de los tres: todos los discos que Bowie edita de los 90 hasta hoy están basados en éste. Antes de finalizar este acto de la farsa, Bowie se disfraza de Pierrot en la portada de otro álbum fantástico, Scary monsters (1980), y confiesa en Ashes to ashes su pasado yonqui.

Fin del tercer acto.

En los 80, con traje, corbata, tupé y de rubio, Bowie se nos muestra otra vez como simplemente Bowie: un dinosaurio que se dedica a hacer discos comerciales y a ganar mucho, muchísimo dinero. Su nuevo personaje –como el Jay Gatsby de El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald, que es respetado por su gran fortuna y elegancia, pero que provoca recelo por su turbio pasado– levanta rechazos quizá porque se está interpretando a sí mismo. Pero parece que nunca se le agota el talento: Let’s dance (1983) es un buen disco, con Nile Rodgers, de Chic, a la producción, que le transforma canciones acústicas en éxitos inmediatos. Tonight (1984), a pesar de lo flojo que es, contiene Loving the alien, Blue Jean y una apasionada versión de God only knows, de The Beach Boys. Y Never let me down (1987) sería muy buen disco si los arreglos y la producción no fueran tan A.O.R. (Adult Oriented Rock, rock para adultos) y si fuera menos explícito en sus intenciones lucrativas.

Fin del cuarto acto.