veredes, arquitectura y divulgación VADo2 Los Prototipos | Página 18
VAD. 02 | Diciembre 2019 | ISSN 2659-9139 e-ISSN 2659-9198
7 Guzmán de Yarza Blache, “José de
Yarza García: vínculos europeos en
la modernidad periférica española”,
Tesis Doctoral inédita, Universidad
Politécnica de Madrid, 2016.
8 José Manuel Pozo Municio,
Regino Borobio Ojeda (1895-1976):
modernidad y contexto en el primer
racionalismo español, Zaragoza:
Colegio Oficial de Arquitectos de
Aragón, 1990.
9 Carlos Labarta Aizpún, “José Ro-
mero, la arquitectura olvidada de
un hombre”, RA: revista de arquitec-
tura 3 (1999): 5-21..
10 Cabría recordar que en el año 1927
Fernando García Mercadal había
proyectado y construido El Rincón
de Goya dentro del Parque Grande
de Zaragoza, situando a la ciudad
en el primer plano de la moderni-
dad.
11 Real Decreto-Ley 12/1976 sobre
inversión en vivienda y Real Decre-
to-Ley 2960/1976 Texto Refundido
de la legislación de viviendas de
protección oficial.
12 Real Decreto-Ley 31/1978 sobre
política de viviendas de protec-
ción oficial y Real Decreto-Ley
3148/1978, sobre su reglamento.
13 Decreto 2114/1968, de 24 de julio
por el que se aprueba el Reglamen-
to para la aplicación de la Ley sobre
viviendas de protección oficial.
14 Entrevista inédita concedida por
Daniel Olano a los autores el 11 de
diciembre de 2018.
ISSN 2659-9139 e-ISSN 2659-9198 | Diciembre 2019 | 02.VAD
El panorama con el que se topa Olano a su regreso desde Barcelona es el
de una ciudad construida, entre otros, por nombres como los de José de
Yarza García (1907-1995) 7 , Santiago Lagunas Mayandía (1912-1995), An-
tonio Uceda García (1898-1990), Regino Borobio Ojeda (1895-1976) 8 , José
Romero Aguirre (1922-1979) 9 , y Teodoro Ríos Usón (1922-2010). Estos son
algunos de los nombres propios que personificaron la arquitectura ara-
gonesa durante el período de la dictadura militar del General Franco.
Es irrebatible el hecho de que estas generaciones estuvieron empeñadas
en lograr la reintroducción definitiva de la arquitectura moderna 10 en esta
región que, por situarse a medio camino entre Madrid y Barcelona, que-
daba ciertamente enterada de cuanto se removía en estos dos hervideros
de producción cultural.
Dicho esto, también habría que considerar una situación particular de
este momento histórico, una situación connatural con la filosofía desple-
gada por todas las formaciones políticas, esto es, la intención de emplear
la arquitectura y el urbanismo como estructuras con las que soportar un
cambio social necesario y, en paralelo, prometido en las campañas y mí-
tines políticos. Esta anhelada transformación a la que nos referimos se
tradujo, desde la profesión, en una alteración evidente de la tipología de
encargos a resolver por los arquitectos; es decir, se comienzan a levantar
otro tipo de edificaciones, contenedoras de programas funcionales bas-
tante más cercanos a las problemáticas del día a día de los españoles y,
por ende, de los aragoneses.
Esta fue la época de las guarderías y de los colegios, de los centros de
formación profesional y de los institutos, de los centros de salud y los
hospitales provinciales, fue la época de la eclosión de la vivienda de pro-
tección oficial, tras las renovaciones de 1976 11 y 1978 12 , sobre la obsoleta
normativa reguladora de 1968 13 , naturalmente proveniente del régimen
anterior.
Daniel Olano tendrá así la oportunidad de trabajar, siendo aún muy jo-
ven, en proyectos de gran envergadura y cuya promoción, impensable en
épocas anteriores, surgió desde la voluntad de los poderosos sindicatos
(esencialmente UGT y CC.OO.) 14 , en aquél momento, con mucha capaci-
dad de desarrollo y con suficientes medios a su disposición, tanto econó-
micos como humanos.
La cesión de competencias del Estado a las Autonomías permitió que mu-
chos de los proyectos que se desarrollaban directamente en Madrid fue-
ran resueltos directamente en su emplazamiento de destino. Por ello, los
arquitectos de Zaragoza, en donde por entonces no había ninguna escue-
la de arquitectura, comenzaron a registrar un aluvión de encargos, tanto
para ser ejecutados en la propia ciudad como para dar servicio al resto
del territorio aragonés; permitiendo así que entraran en escena nuevos
profesionales.
El resultado en la trayectoria de Daniel Olano es una gran variedad de
proyectos de naturaleza pública y privada, de edificación o de planea-
miento urbanístico, de intervenciones en el patrimonio, promociones in-
mobiliarias de uso residencial, industrial o terciario, obra civil y de urba-
nización, e incluso, como hecho muy diferencial, piezas arquitectónicas
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ANTONIO ESTEPA RUBIO | JESÚS ESTEPA RUBIO. La Posmodernidad clásica en Aragón a través de los primeros prototipos y ensayos del arquitecto Daniel Olano, pp.16-30
singulares, como lo son, por ejemplo, la obra de remodelación de la ca-
becera de la Plaza de España y el edificio de Puerta Cinegia, el edificio para
la Cooperativa de Taxis, las Piscinas Cubiertas Miralbueno El Olivar (Premio
García Mercadal en 1989) o la construcción del Pabellón de Aragón en la
Expo de 2008, que ha sido su obra con más recorrido exterior y mayor
proyección mediática.
Para acotar esta investigación, focalizaremos nuestro interés en un grupo
de viviendas unifamiliares que fueron desarrolladas al final de la década
de los setenta y, alguna de ellas, al principio de los años ochenta. Este
conjunto de “obras de iniciación” estaba alienado con el clima de reno-
vación que se había filtrado, por Madrid y Barcelona, a partir del cono-
cimiento de las rutinas experimentales que arquitectos como John Hej-
duk o Peter Eisenman habían estado ensayando en Estados Unidos una
década antes. Quizá por ello Luis Fernández Galiano dictaminara, en el
artículo de la revista El Croquis a propósito del acto inaugural del curso
académico 1983-1984 en la ETSAM, a cargo de John Hejduk (el 10 de oc-
tubre de 1983), que por fin se había conseguido sustituir a los fantasmas
de las abstracciones geométricas de antaño por “alquimias intelectuales”,
a medio camino entre la ensoñación pictórica y la construcción racional 15 .
Dicho de otro modo, en el ocaso de los años setenta y el amanecer de los
años ochenta, en España se propugnó de manera vigorosa un cambio de
ciclo que permitió que, en lugar de mirar a Rossi y a Venturi, apareciesen
corrientes de una posmodernidad renovada, acaso susceptible de per-
sonificar en la obra de ciertos referentes ligados a Barcelona; entre ellos,
Rafael Moneo, Manuel de Solà-Morales, Helio Piñón y Albert Viaplana o
Elías Torres y José Antonio Martínez Lapeña. Si bien, tal vez por el hecho
de que las experimentaciones plásticas trabajadas por arquitectos como
Ricardo Bofill hubiesen logrado ya un desarrollo que, más allá del ensa-
yo teórico, podía demostrarse con evidencias 16 , parecía adecuado que se
apostara por otro tipo de formulaciones, ideadas desde protocolos ciegos
y sin que se predefiniese, a priori, cualquier resultado final.
Además, el ocaso profesional de otros importantes referentes europeos
como James Stirling, sobre el cual Daniel Olano había profundizado en
el estudio de su obra y visitado prácticamente todos sus edificios signi-
ficativos, dejaba vacante el centro de la arquitectura que surgía desde la
vertebración formal de los códigos funcionales de la propia edificación 17 .
Por eso, no es de extrañar que los arquitectos americanos, en particular
Peter Eisenman abordaran sus proyectos, ya no desde la coherencia y el
rigor de la justificación y la resolución programática defendida por Stir-
ling, sino más bien, desde postulados topológicos 18 que transforman el
“habitar” en “experiencia”.
En este sentido, como veremos más adelante, estos primeros proyectos
de Olano superaron el funcionalismo estricto destilado del conocimiento
de Stirling, para instalarse en posturas más investigativas, en donde los
espacios del interior y del exterior, separados por la fina membrana de
la envolvente constructiva, quieren entremezclarse a partir de relaciones
más complejas que las derivadas del utilitarismo servil del arquetipo; aca-
so cercenando y minimizando la contradicción que se generaría al aplicar,
en este tipo de arquitectura, las reglas canónicas de la modernidad, here-
dadas de Le Corbusier y reformuladas por Richard Meier 19 .
15 Comprendemos el empeño de
Fernández Galiano al defender que,
superado el momento en el que las
aportaciones de la posmodernidad
habían dado de sí todo lo posible,
fuese necesario mirar hacia otras
tendencias que, en aquel momento,
estaban en efervescencia pura.
Naturalmente el camino lógico de
llegada era el de la importación del
lenguaje de los norteamericanos,
en esencia, el de los cinco arqui-
tectos que había reunido Arthur
Drexler en la exposición del año
1967 en el MOMA de Nueva York;
esto es, Michael Graves, Peter
Eisenman, Charles Gwathmey, John
Hejduk y Richard Meier. Véase:
Luis Fernández-Galiano Ruíz, “Un
americano en Madrid. Hejduk, de la
abstracción a la fábula”, El Croquis
14 (1984): 19.
16 La Muralla Roja, edificio construido
por Ricardo Bofill en Calpe (Ali-
cante) en 1963, se identifica como
una muestra evidente sobre cuanto
explicamos en relación a que
las experimentaciones plásticas
posmodernas habían cosechado ya
sus fines esenciales; o lo que viene
a ser lo mismo, podemos decir que
por esta vía se habían logrado ya
resultados que, aun pudiendo ser
imitados, pocos márgenes de me-
jora real permitirían. Las reinter-
pretaciones trabajadas por Bofill
sobre consideraciones espaciales,
anteriormente presentadas por
Rossi, trasladadas hacia escena-
rios híbridos fundamentados en la
búsqueda de atmósferas caracte-
rísticas de la “forma de vida” en
el Mediterráneo, parecen dar la
vuelta sobre sí, cayendo, por qué no
decirlo, en un entorno conceptual
bastante cercano a las proposicio-
nes trabajadas por varios arqui-
tectos transatlánticos, como Luis
Barragán Morfín, y tras él, Ricardo
Legorreta Vilchis.
17 Luis Miguel Ramos Castro, “Regla y
restricción en James Stirling” (Tesis
Doctoral, Universidad Politécnica
de Madrid, 2017), 21-23.
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