en Roma. Para conseguirlos agobió a
los Estados Pontificios con tributos es-
peciales y recaudaciones extraordina-
rias. Pero no siendo suficientes esas
medidas fiscales, el papa echó mano
del socorrido recurso de la venta de in-
dulgencias.
Así el 31 de marzo de 1515 publicó
una bula en la que solicitaba los donati-
vos de los fieles cristianos para la obra
de la basílica. A pesar de que su vida
particular privada dicen que era muy
comedida, la ostentación de su corte
llena de opulencia y desenfreno fue, de
forma indirecta, responsable también
del movimiento reformador.
Las bulas son aprovechadas
El dominico Juan Tetzel no perdió la
oportunidad de la bula promulgada por
el papa León X, y en 1517 inició en
Alemania la predicación y venta de las
indulgencia de forma escandalosa y con
todo tipo de abusos, especialmente
aprovechando que la mayoría de las
personas eran analfabetas. Los abusos
y el tráfico económico al que condujeron
fueron el motivo principal que llevó a
Martín Lucero a enfrentarse al papado.
Un ejemplo de esos desmanes fue que,
al mismo tiempo que las pingües ga-
nancias procedentes de la venta de in-
dulgencias sirvieron para ayudar a pa-
gar las obras de la basílica, el cardenal
Alberto de Brandeburgo, desvió una
buena parte de las mismas a saldar sus
deudas personales contraídas precisa-
mente para alcanzar su cardenalato.
para que estuviera listo el escenario en
el que se llevó a cabo la Reforma. Has-
ta que Johannes Gutenberg, alrededor
de 1440 inventa la imprenta, la Biblia es-
tuvo al alcance de muy pocas personas,
ya que un copista necesitaba todo un
año para copiarla a mano. Solo el clero
y los nobles ricos tenían acceso a ella.
Además la inmensa mayoría del pueblo
era iletrado y no entendía el latín, len-
gua en la que estaba escrita la Biblia la-
tina, La Vulgata, única versión y lengua
aprobada por la Iglesia Católica enton-
ces. Y aquellos que se atrevían a tradu-
cirla a las lenguas vulgares, las que
hablaba y entendía el pueblo, eran per-
seguidos y, en la mayoría de los casos,
quemados en la hoguera.
Johanes Gutenberg
Tenemos que regresar más de medio
siglo antes para considerar algo que
fue también un factor muy importante Por ejemplo, en 1338 John Wycliffe teó-
logo de Oxford, Inglaterra, tradujo al in-
glés la versión latina, La Vulgata, de la
Biblia. Toda copiada a mano. Como no
sabía griego ni hebreo no pudo cotejarla
con los manuscritos y códices originales
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La invención de la imprenta
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