Ventana 21 Agosto, Vol. 1, 2014 | Página 2

EDITORIAL

Las T.I.C en la educacion: Hacia un relevo generacional?

con la que antes se egresaba del bachillerato. No, Son excelentes, pero mantienen indeclinable su fidelidad a los modelos y métodos con los que fueron instruidos y formados. Son herencia de la nemotecnia, la oralidad y el individualismo. Férreos defensores del trabajo de aula, el tablero y la tiza pero indiferentes y hasta resistentes ante la irrupción de nuevos escenarios pedagógicos en los que la virtualidad cobra especial significado.

Apremia una reingeniería actitudinal y profesional en aquellos que tienen la difícil tarea de educar a nuestros niños y jóvenes. Es un imperativo de estos tiempos de la posmodernidad atender con generosidad y desprendimiento a esos nuevos artefactos para los que el hombre ha diseñado lenguajes y procesos capaces de ampliar, modificar y simular la cotidianidad, esa en la que se sumergen a diario docentes y estudiantes para recrear el conocimiento y la información.

Y no es tarea que pueda postergarse. Deberá acometerse de manera casi inmediata para que el oficio de educar no termine siendo anacrónico y la tarea del maestro floja, tediosa e insignificante. Porque mientras nuestros niños y jóvenes se “entregan” inquietos y confiados a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación es preocupante observar a no pocos docentes empeñados en construir discursos disuasivos para poner esas tecnologías en el cuarto oscuro de sus predisposiciones

Muy útil sería que renunciaran a su miedos y se atrevieran, como ya lo han hecho muchos, a confrontar los viejos paradigmas y contrastarlos con nuevas estrategias, métodos y recursos de manera que el oficio de enseñar tanto como mucha pasión puede también tener creatividad, ingenio y recursividad.

Es innegable la influencia que las tecnologías de la información y la comunicación vienen teniendo en nuestros contextos educativos. Cada día se incorporan al quehacer de los docentes herramientas novedosas y productivas que facilitan y motivan el desempeño de los estudiantes en su actividad escolar y les permiten avanzar con mayor eficiencia en sus procesos de formación.

Infortunadamente algunos educadores, no pocos, desconfían de la validez y productividad de las herramientas ofimáticas, los recursos de la web y las aplicaciones pedagógicas de la tecnología y se dan a la tarea de rechazarlas privando así a los educandos de las infinitas posibilidades que la computación nos ofrece.

Contamos con una generación de profesores hechos en la academia, con excelente preparación, con experiencia y compromiso, pulidos en las aulas del tradicionalismo, que no es malo, pero triste es reconocerlo, dejó en muchos de ellos la pesada herencia del conformismo, del temor a lo desconocido, de la resistencia al cambio.

Insisto, no son (somos) menos buenos que los que hoy egresan de las facultades de educación y que gracias a la inmediatez de los medios y la “generosidad” de las universidades alcanzan logros y dignidades; esos que obtienen especializaciones y maestrías con la facilidad

Jose Bernardo Vélez Villa