La Liturgia Eucarística involucra elementos con profundos significados ; quizás , uno de los más importantes es el altar . Es el lugar de consagración y sacrificio , donde entran en contacto lo humano y lo divino . El altar tiene un papel protagónico en la misa — por encima del sacerdote , las lecturas e , incluso , el sagrario . Por eso , al entrar en procesión , el sacerdote lo besa en reverencia .
El altar manifiesta , al mismo tiempo , tres realidades de nuestra fe . Primeramente , es la mesa de la cena del Señor . La misa renueva la institución de la Eucaristía en la Última Cena y prefigura el Banquete Celestial . El altar también es la cruz en la que Cristo se sacrificó por nosotros . La Eucaristía actualiza la pasión , muerte y resurrección de Nuestro Señor . Podemos decir que , en el centro de nuestros templos , está la cruz de Cristo , disfrazada de altar .
Además , el altar es Cristo mismo . Nuestra humanidad y nuestros pecados fueron puestos a muerte en el cuerpo de Cristo . Él es el altar eterno que reemplaza todos los altares , de la misma forma en que Él es la víctima perfecta y el Sacerdote eterno . Por esta razón , los altares fijos de nuestras iglesias son de piedra ( Cristo es la piedra angular ) y están marcados con cinco cruces que simbolizan las cinco llagas de Nuestro Señor .
Los altares católicos también tienen incrustada una piedra , llamada ara . Tradicionalmente , el ara debe contener reliquias de algún santo ( aunque en la actualidad podemos encontrar excepciones ). De hecho , los primeros cristianos construían sus altares sobre las tumbas de los mártires . Esto es porque , en la humanidad de Cristo , somos partícipes de su sacrificio eterno y perfecto .
Cuando un obispo consagra un altar nuevo , primero , sella el ara ; luego , lava el altar con agua bendita y lo unge con el santo crisma . Después , el altar se inciensa y se reviste de un mantel blanco . Entonces , un altar es como un recién bautizado : imagen de Cristo y fuente de la vida nueva y plena que Él nos ofrece .
elementos de la liturgia el altar
GABRIEL VILLALOBOS