Mucho tiempo después llegó el día del cumpleaños del príncipe y sus padres habían organizado una gran fiesta, aunque todos ignoraban que en ese día podían suceder tristes acontecimientos. Cuando el príncipe iba a la sala de baile vio una puerta abierta en la que nunca había entrado, en ese cuarto se encontraba un huso y el príncipe sin saber del encantamiento entró al cuarto con curiosidad y se punzó accidentalmente y el príncipe quedo dormido, lo mismo le ocurrió a todos los habitantes del palacio; y los jardines desaparecieron, empezó a crecer un extraño y frondoso bosque con plantas trepadoras.
Un siglo después del encantamiento, pasó por allí una hermosa y valiente princesa llamada Aurora, mientras cabalgaba por los alrededores encontró el castillo entre el frondoso bosque, entró al castillo y vio a todos los habitantes tendidos en las escaleras, en los pasillos, en el patio, pensó con horror que estaban muertos, luego se tranquilizó al comprobar que solo estaban dormidos.
- ¡Despierten, despierten!, repetía una y otra vez pero fue en vano.
Cada vez más extrañada, se adentró en el castillo hasta llegar a la habitación donde dormía el príncipe. Durante mucho rato contempló aquel rostro sereno, lleno de paz y belleza; sintió nacer en su corazón el amor que siempre había esperado. Emocionada, se acercó a él, tomó la mano del muchacho y delicadamente lo besó... Con aquel beso, de pronto el muchacho abrió los ojos, despertando del larguísimo sueño y se enamoraron.
El rey, la reina y los sirvientes del palacio ya empezaban a moverse. Todos se abrazaron como si hubieran vuelto de un largo viaje, besaron al príncipe y dieron la bienvenida a la princesa, ellos se casaron y vivieron felices para siempre.
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