-Se me ocurre una cosa- dijo ella -Mañana, yo los llevaré a una casa y les daré que mi anillo se me cayó, y que lo busquen por mi. Les daremos un pedacito de pan y luego los dejaremos ahí solos para tener una vida juntos y de mejor calidad. Como no sabrán encontrar el camino de vuelta, nos libraremos de ellos.-¡Por Dios mujer! - replicó el hombre - ¡Como voy a cargar sobre mi el abandonar a mis hijos en una casa!- dijo el. - ¡No seas necio! - exclamó ella. - ¿Quieres, pues, que nos muramos de hambre los cuatro? ¡Ya razona! -. Y no cesó de importunarle hasta que el hombre accedió. - Pero me dan mucha lástima - decía.
Los dos hermanitos, a quienes el hambre mantenía siempre desvelados, oyeron lo que su madrastra aconsejba a su padre. Valerie, entre sus amargas lágrimas, dijo Freddy: - ¡Ahora si que estamos perdidos! -No llores Valerie - la consoló el niño-, y no te aflijas, que yo me las arreglaré para salir del paso. Y cuando los viejos estuvieron dormidos, Freddy se levantó y pensó profundamente hasta que hizo una mochila con con agua y una pluma con una libreta para así anotar los nombres de las