VAD. 03 | Junio 2020 | ISSN 2659-9139 e-ISSN 2659-9198
Las urgencias del INV por sacar adelante los primeros grupos de viviendas
frenaron el resto del desarrollo que será retomado en 1966 por Cano
Lasso cuando Corrales ya se encuentra en pleno proceso de redacción
del Plan General de la ciudad, esta vez sí, junto a Molezún y José María
Pagola.
Un año después, Cano Lasso inicia el proyecto para la 4º Fase de Elviña,
un ámbito de 2.300.000 metros cuadrados que continuaría el crecimiento
de las fases anteriores a lo largo de la Avenida de Lavedra y hasta el Puente
del Pasaje. El nuevo crecimiento duplicaría por tanto en superficie a los
anteriores y estaba previsto para 50.000 habitantes.
El paisaje de la Elviña que se encuentra Cano Lasso será muy similar al
que podemos observar en las ortofotos de 1957. Un paisaje agrícola ordenado
por los cierres y diferentes cultivos del minifundio, un paisaje en
el que sobrevivían varios núcleos tradicionales, y que la ciudad ya había
colonizado en su extremo sureste con la implantación de la fábrica de
armas tras la guerra civil.
El corte en el orden natural realizado en la primera mitad del siglo XX por
la trinchera de las vías férreas que comunicaban la estación de tren del
Norte con la de San Cristóbal ya había cicatrizado, pero aún sangraba esa
nueva vía de acceso a la ciudad, esa doble recta que tenía su charnela en
el punto donde sobrepasaba el río Monelos, al que había restado protagonismo.
Ante este paisaje Cano Lasso podrá desplegar todas sus teorías
urbanísticas.
El orden. La topografía manda
Figura 3. Planta Plan Parcial de la
Primera Fase de Elviña, Julio Cano
Lasso, 1967. Fernández Prado, Martín.
“Planes Imparciales. Génesis y
evolución de los polígonos del INV en
Galicia”. Tesis doctoral, Universidade
da Coruña, 2010.
Las estrategias de Cano Lasso para Elviña seguirán claramente los ideales
defendidos por el arquitecto en su proyecto para Astrabudúa en 1959: un
profundo respeto por la topografía y por “crear” paisaje al que se sumaban
otros principios que provenían del urbanismo moderno como la clara
diferenciación de zonas por usos, la separación de los tráficos rodados de
los peatonales y la situación de los bloques de viviendas separadas de los
viales sobre amplias zonas verdes. Es por ello, por lo que sus respuestas
a los dos ámbitos de Elviña en los que interviene son diametralmente
opuestas.
En la primera fase de Elviña, se encuentra con una gran extensión de
terreno prácticamente plana con escasas diferencias de cota y con un elemento
central, el de la Avenida de Alfonso Molina con una presencia tan
significativa que reemplaza a cualquier elemento natural como generador
de orden en el valle. El río, que Corrales conservaba en sus esquemas
de 1961 como elemento ordenador de las zonas verdes, ha desaparecido
ya convertido en el gran colector de saneamiento. La planicie de 100 hectáreas
atravesada por una vía llamada a ser el principal eje de entrada a
la ciudad sobre la cual confluyen el extrarradio y la industria es el lienzo
perfecto para el urbanismo moderno.
10 Francisco Díaz Gallego, “El urbanismo
y las arquitecturas del Plan
General de 1967”, 2019.
Cano Lasso mantendrá en la primera fase un esquema viario muy similar
al de Corrales, así como la esencia de los trazados de este arquitecto para
las zonas residenciales, conservando las supermanzanas de 100 metros
por 100 metros delimitadas por bloques lineales de diferentes alturas 10 .
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FRANCISCO DINÍS DÍAZ GALLEGO. Cano Lasso y Elviña. Poniendo en orden la ciudad sobre el paisaje, pp. 50-59