ISSN 2659-9139 e-ISSN 2659-9198 | Junio 2020 | 03.VAD
Paisaje. El valle de Elviña
Dice Simon Leys que la belleza llama a la catástrofe del mismo modo que
los campanarios atraen al rayo 8 . En cierto modo podemos afirmar que
ese paisaje del Valle de Elviña que rodeaba la ciudad consolidada, bello en
cuanto a sus elementos naturales y patrimoniales y ordenado en base al
propio orden natural de la topografía y del río Monelos, estaba atrayendo
la catástrofe.
Desde finales de los años cuarenta, el río, que había sido el elemento
central del valle, había cedido el protagonismo a una kilométrica avenida
de traza recta que cambiaba por completo la orientación del espacio. Era
el primer pulso entre el río y la ciudad, el primero de una serie de envites
en los que el orden natural perdería siempre en favor del nuevo orden
impuesto por el crecimiento de la ciudad. Con el desarrollo de Elviña la
avenida dejaría de estar subordinada al lugar, y sería como esa carretera
moderna de la que hablaba John Brinckerhoff Jackson, que dejaría de ser
un elemento conductor a un lugar para ser un lugar, un promotor del
crecimiento y la dispersión y el imán de los nuevos tipos de desarrollo 9 .
8
Simon Leys, La felicidad de los pececillos,
50.
Podemos decir por lo tanto que no fue la carretera por si sola la que alteró
el orden del valle, fue aquello que la convirtió en lugar en el sentido
moderno del término. Cómo Elviña convirtió aquella avenida en un lugar
tuvo un inicio bastante prosaico. Es una frase hecha muy recurrente decir
que determinada decisión o acto no fue casual pero la realidad es que la
decisión de que la ciudad pusiese sus ojos sobre el Valle de Elviña tuvo
mucho de casual.
9
John B. Jackson, Las carreteras
forman parte del paisaje, 11.
A comienzos de 1960, Manuel Muñoz Monasterio (1903-1969), arquitecto
jefe de Planeamiento de la Dirección General de Urbanismo, llega a
la ciudad, y sobre una foto aérea dibuja el espacio que ha de ocupar el
nuevo polígono residencial que va a desarrollar el Estado. El ámbito señalado
por Muñoz Monasterio se encontraba en la zona del valle cercana
al núcleo de Elviña, en terrenos situados a gran distancia de la ciudad
consolidada.
Alertados por la intención de la Dirección General de Urbanismo, que
generaría una enorme presión inmobiliaria en la parte del valle entre la
intervención de Muñoz Monasterio y la ciudad, un grupo de arquitectos
locales dirigidos por Andrés Fernández-Albalat y compuesto por técnicos
de la ciudad como Ramón Vázquez Molezún, Santiago Rey Pedreira, Milagros
Rey Hombre e Ignacio Bescansa Aler, delimitan un nuevo ámbito de
1.140.000 metros cuadrados.
El ámbito estaba previsto para la construcción de 12.000 viviendas, y será
dividido a su vez en tres fases a la cual posteriormente se unirá una cuarta.
El INV se iba del núcleo de Elviña pero se llevaba el nombre a la otra
punta del valle, la herencia coruñesa de Muñoz Monasterio.
Molezún no tardará en descargar en José Antonio Corrales su papel en el
grupo de técnicos encargado de pensar Elviña, el cual se hará cargo del
proyecto global de la primera fase, de la que sólo llegará a formalizar el
oficialmente conocido como sector B, el Barrio de las Flores, donde proyectará
su célebre Unidad Vecinal.
FRANCISCO DINÍS DÍAZ GALLEGO. Cano Lasso y Elviña. Poniendo en orden la ciudad sobre el paisaje, pp. 50-59
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