ISSN 2659-9139 e-ISSN 2659-9198 | Junio 2020 | 03.VAD
Editorial
Órdenes parciales
The relevant partial orders
Ángel Martínez García-Posada
Universidad de Sevilla, España
Doctor Arquitecto y profesor de Proyectos Arquitectónicos, ETSAS
VAD
veredes, arquitectura y divulgación
ISSN 2659-9139 e-ISSN 2659-9198
http://veredes.es/vad/
Hasta tiempos recientes la arquitectura consistía en ordenar de otro modo
los materiales existentes en la naturaleza, dando forma al espacio con una
finalidad pragmática compatible con otras claves no primariamente funcionales.
Se trataba de invertir una cierta energía para la obtención, manipulación,
desplazamiento y colocación de esta materia disponible en base a ciertas
lógicas, y en cumplimiento de las exigencias del universo que la ciencia ha ido
enunciando progresivamente en forma de leyes con su lenguaje artificial fruto
exclusivo de la inteligencia humana, abstracta e inmaterial —no ligada pues a
esa dependencia matérica de quita y pon—, racional, y por tanto con un principio
intrínseco de orden —como asimismo es aspiración de todo lenguaje— y
a la vez con un halo metafórico, como todo lo que atañe al factor humano.
Siguiendo esta premisa de sustracción y adición que rige el conjunto de las
construcciones que hemos ido articulando en la envolvente planetaria —en
la estrecha banda donde se encuentran la masividad terrestre y la atmósfera
ingrávida— la física señalaría que en la Tierra, pese a nuestra esforzada labor
por ir civilizando el medio, se ha mantenido constante la masa, una de esas
magnitudes que hemos interpuesto para explicarnos por aproximación sucesiva
el lugar que habitamos en mitad del cosmos.
Ahora que somos capaces de fabricar otros materiales que la naturaleza no
había producido así esta masa persiste más o menos inalterable. El progreso
sigue aumentando la eficiencia en diversos niveles, aunque ello traiga otras
consecuencias negativas, pero aún somos incapaces de obtener sustancias
de la nada, por ello procedemos por metamorfosis de materias primas, y aunque
acaso en nuestra arrogancia pretendiéramos aumentar esta masa, o en
un anhelo más sensato tal vez disminuirla, su valor es el mismo en este mundo
presente cuajado de ciudades como en aquel escenario que empezaron a
habitar las bacterias primigenias, y así continuamos ocupándonos de ordenar
los mismos elementos con los que contamos.
Toda construcción es la búsqueda de un orden parcial, un agrupamiento local
mejor, con más capacidad de resolver requisitos para una masa total dada, la
del planeta, a costa, eso sí, de un incremento de la entropía global, toda obra
es levantada en algún punto a costa de generar desorden en otros. La creación
arquitectónica se hace concreta en un lugar y en un intervalo de tiempo,
pero se inserta en esta sistemática universal absoluta, se sitúa entre el orden
parcial pretendido y el desorden provocado; entre el potencial y la entropía,
por seguir recurriendo a la dialéctica de los físicos.
Como en ese juego de la jenga en que una edificación compacta y aparentemente
ordenada se va ahuecando para hacerse más alta desafiando a la
gravedad sin perder masa, la arquitectura estribaría en ir tratando de peinar y
erizar la superficie del planeta de otros modos, entrelazando el suelo y el cielo
artificialmente con otros perfiles diferentes a aquellos que la geología había
ido conformando antes de nuestra existencia, obviando, entre otras limitaciones
del símil, que la jenga toma el plano del suelo como inmutable frente a
nuestro empeño de calar más hondo y rascar más alto.
Figura 1. Mesa de Florencia Müller
para la datación de la Gran Pirámide de
Cholula, Puebla, 1968.
ÁNGEL MARTÍNEZ GARCÍA-POSADA. Órdenes parciales. pp. 12-15
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