Vaccea Anuario 2012 Sep. 2013 | Page 82

11 L otra mirada a Ángel M. de Pablos El cazador sorprendido La cabeza le daba vueltas. O era Attio quien daba vueltas a su cabeza. Quizás fuese el vino el culpable de las vueltas que daba la cabeza de Attio y el que, sin aparente esfuerzo, hiciese girar el habitáculo sumiéndole en una profunda desesperación. No puede ser… no puede ser… Entre las manos, el vacceo sostenía una copa capaz de viajar, de vez en vez, al fondo del dolium para escarbar entre el ya escaso líquido que aún quedaba en su arcilla. Y mientras tanto, se dedicaba a recapacitar sobre algo que no era capaz de entender y para lo que no encontraba una respuesta aceptable. Tiene que ser cosa de magia… Algún dios sintió envidia de mí y me cambió la realidad… Tiene que ser algún encantamiento… 82 6 Cuento de inspiración vaccea Y la copa volvía a sus labios para trasegar el zumo de las uvas que él mismo recogía de los campos comunitarios. A cada sorbo, la estancia parecía voltear con más prisa y las dudas del guerrero se multiplicaban por sí solas. Soy un soldado curtido en mil batallas. Cada una de las flechas que han salido de mi arco, siempre han dado en el corazón de un enemigo… Soy un inmejorable cazador, cada una de las flechas que han buscado una pieza a mi alcance, jamás ha errado su destino… ¿Qué ha ocurrido en esta ocasión?... Poco a poco, se iba rindiendo a un inesperado cansancio y la vista se le nublaba y el entendimiento parecía flotarle en aquel espacio donde dormía cuando no era necesario trabajar los campos o trabajar para la comunidad. Hacía esfuerzos casi sobrenaturales para mantenerse despierto y dar continuidad a sus pensamientos. Sin duda, fue algún dios el que me envolvió en sus redes para negarme el camino a la felicidad… Pero la noche se me echó encima y ya no estaba el dios sol… ¿Quién entonces pudo ser?... Cuando el velo de las sombras cubre el día, entre las nubes tan solo transitan los trasgos… ¿Habrán sido ellos?... zón. Una sospecha le mordía el cora- Pero, no, no puede ser… Los trasgos son duendes sin tanto poder. A duras penas se levantó para alcanzar el pasillo medianil y buscar el aire de la media noche primero y el frescor del agua que manaba en el pozo después… Desde el poblado de Las Quintanas, aún de noche, se con-