11 L otra mirada
a
Ángel M. de Pablos
El cazador
sorprendido
La cabeza le daba vueltas. O era
Attio quien daba vueltas a su cabeza.
Quizás fuese el vino el culpable de las
vueltas que daba la cabeza de Attio y el
que, sin aparente esfuerzo, hiciese girar
el habitáculo sumiéndole en una profunda desesperación.
No puede ser… no puede ser…
Entre las manos, el vacceo sostenía una copa capaz de viajar, de vez en
vez, al fondo del dolium para escarbar
entre el ya escaso líquido que aún quedaba en su arcilla. Y mientras tanto, se
dedicaba a recapacitar sobre algo que
no era capaz de entender y para lo que
no encontraba una respuesta aceptable.
Tiene que ser cosa de magia…
Algún dios sintió envidia de mí y me
cambió la realidad… Tiene que ser algún encantamiento…
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Cuento de inspiración vaccea
Y la copa volvía a sus labios para
trasegar el zumo de las uvas que él mismo recogía de los campos comunitarios.
A cada sorbo, la estancia parecía voltear
con más prisa y las dudas del guerrero
se multiplicaban por sí solas.
Soy un soldado curtido en mil
batallas. Cada una de las flechas que
han salido de mi arco, siempre han
dado en el corazón de un enemigo…
Soy un inmejorable cazador, cada una
de las flechas que han buscado una
pieza a mi alcance, jamás ha errado
su destino… ¿Qué ha ocurrido en esta
ocasión?...
Poco a poco, se iba rindiendo a
un inesperado cansancio y la vista se
le nublaba y el entendimiento parecía
flotarle en aquel espacio donde dormía
cuando no era necesario trabajar los
campos o trabajar para la comunidad.
Hacía esfuerzos casi sobrenaturales
para mantenerse despierto y dar continuidad a sus pensamientos.
Sin duda, fue algún dios el que
me envolvió en sus redes para negarme
el camino a la felicidad… Pero la noche
se me echó encima y ya no estaba el
dios sol… ¿Quién entonces pudo ser?...
Cuando el velo de las sombras cubre el
día, entre las nubes tan solo transitan
los trasgos… ¿Habrán sido ellos?...
zón.
Una sospecha le mordía el cora-
Pero, no, no puede ser… Los
trasgos son duendes sin tanto poder.
A duras penas se levantó para
alcanzar el pasillo medianil y buscar
el aire de la media noche primero y
el frescor del agua que manaba en el
pozo después… Desde el poblado de
Las Quintanas, aún de noche, se con-