Arriba. Reconstrucción de la
disposición sobre la cintura del
puñal de filos curvos (dibujo
Luis Pascual Repiso-CEVFW).
Abajo. Broche, puñal y funda de
una daga de filos curvos procedente
de la tumba 150 de la necrópolis
de Las Ruedas, de Pintia (dibujo
Ángel Rodríguez González-CEVFW).
La coincidencia temporal entre
el inicio de las transformaciones del puñal Monte Bernorio, a finales del siglo
III a.C., con los primeros contactos militares del pueblo vacceo con el ejército
cartaginés y más tarde con las legiones
romanas, puede argumentar la progresiva sustitución de un arma poco práctica por otra más manejable y eficaz en
el combate. Una razón que justificaría la
ausencia de los grandes pomos en las
empuñaduras, el aumento del tamaño
de las hojas y la desaparición del estrangulamiento del tercio inferior en beneficio del perfil pistiliforme, con mayor poder de penetración, así como el empleo
de vainas de armazón, formadas por
dos cantoneras unidas por varillas, mucho más ligeras que las de dos valvas.
En un primer momento, en plena
fase de expansión del tipo Monte Bernorio, se plantean una serie de modificaciones que desencadenan un proceso
de cambio de su fisonomía, aunque no
afectan a todos los ejemplares pues, de
hecho, se mantienen los elaborados con
los típicos pomos naviformes, las hojas
estranguladas en su tercio inferior y las
pequeñas dimensiones. De esta forma,
si bien perviven los rasgos bernorianos
típicos, aparecen los pomos de discos y
el perfil pistiliforme de las hojas, que incrementan las dimensiones hasta llegar
a los 4 cm de anchura y los 18 cm de
longitud.
Posteriormente, la introducción
de nuevas aportaciones en la elaboración de los puñales alcanza tal envergadura que alteran significativamente las
características propias del tipo Monte
Bernorio. Los nuevos ejemplares que
encontramos en este momento, a caballo entre las últimas décadas del siglo III
y los comienzos del siglo II a.C., presentan una gran diversidad en sus formas y
un reducido número de rasgos propios.
No obstante, poseen unos elementos
comunes, razón por la cual se habla
de un modelo específico denominado
de enmangue en espiga. En él se mantiene la hoja estrangulada en el tercio
inferior, la triangular y la pistiliforme,
con un ligero aumento de su tamaño,
que alcanza entre los 17 y 21 cm de longitud y los 4-5 cm de anchura. La empuñadura se monta sobre una espiga
rectangular, con una guarda de aspecto
semejante a las tradicionales formas naviformes, junto con el puño y el pomo
broncíneos de diseño variable. Pero es
en la vaina donde observamos el cambio más significativo, pues desaparecen
las anteriores, formadas por dos valvas,
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