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fortalece la moralidad; e incluye normas prácticas que rigen
el accionar de los sujetos en las culturas. Por otro lado,
como el mito es una narración, muchos estudiosos se han
centrado en intentar comprender su estructura lingüística. El
mito es por naturaleza totalizadora, abarca muchos criterios
de la vida individual y cultural dando como resultado un
entramado de estructuras lingüísticas superiores, ya que
representan a un tiempo distinto de lo ordinario. Es así que
para el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss, el mito
constituye un caso especial de uso lingüístico; es decir, está
en un tercer nivel después de la narración superficial y de
la estructura común del lenguaje. En el mito se descubren
algunos conjuntos de relaciones que, aunque expresados
en el contenido narrativo y dramático, concuerdan con el
orden constante de la estructura del lenguaje superior. En
su obra “El pensamiento salvaje”, Levi-Strauss plantea que,
esta misma forma lingüística está presente tanto en obras
científicas como en mitos primitivos.
En proporción a todo ello, la puesta en escena “Mitológicas
asháninkas” ha llegado inadvertidamente a confluir con los
conceptos expuestos en los párrafos anteriores. Tomando
como principio, la praxis y la teoría, los dos mitos asháninkas
recopilados por el antropólogo Yhon León Chinchilla
han sido estudiados desde su base sociológica para poder
construir una narración en tres niveles del lenguaje: músical,
poético y corporal. Propone una estructura lingüística que
va más allá del nivel superficial; un nivel donde lo semiótico
lo expresa el actor con sus poeticas linguisticas y corporales,
y lo semántico (o hermeneutico) lo define el espectador.