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HACE FALTA LA GUERRA No es el tiempo que descansa en sus laureles, tampoco es un reloj sonámbulo donde sus pesadillas pusieron en apuros las mañanas y las tardes. Pregunté a las calles por sus años, pero ellas no tenían partida de nacimiento, no sé cuándo habrán partido si las estaciones aún continúan. Dónde estarán los niños que no quieren entrar a los salones, ya no los encuentro admirando el cielo, las esquinas dejaron de esconderle, ya no están en los recreos, desaparecieron, tal vez encontraron una fórmula para desaparecer en su delirio. En estas tierras extrañamos morir, los cementerios caen en déficit, el panteonero ha dejado de tomar sus pastillas, por fin tenemos a alguien que enterrar. Debo entender las miradas pasajeras, que se olvidan arañando el reflejo de sus rostros, no tenían la sangre en la cara, ni heridas que le recordaran su dolor. Nunca se acercó a la muerte, ni éste dio cuenta de su presencia, caminó un poco más en sus años, tropezó con su sombra, vio por primera vez la sangre. La paz abunda, los cuentos tuvieron un final feliz, tragaron las uvas pidiendo más felicidad, son muy felices que ya no necesitan de esta vida. ¡Hace falta la guerra para que sus ojos se detengan en cada escena heroica! ¡Hace falta la guerra y la sangre transcurrir! ¡Hace falta la guerra para que la soledad invada las venas! ¡Hace falta la guerra para ver si sobrevivo! ¡Hace falta la guerra de un mano a mano! ¡Hace falta la guerra para que estos versos desaparezcan! 5