25 a 35
lejos. Su trono parece estar muy arriba
de donde estamos; reinando sobre el
pequeño montón de ropa sucia en el piso.
¿Acaso le importan las cosas que a mí me
preocupan? ¿Realmente puedo confiar
que Dios se ocupará de mi final feliz?
E
n la vida tomamos muchas decisiones
y elegimos cosas en función de lo
que estamos esperando. Seguimos
un camino y no otro según el objetivo
que tenemos en mente. Sin embargo, a
menudo somos como una niña de seis
años entusiasmada por luces, maquillaje o
ballet. Nuestra perspectiva está sesgada y
nuestros objetivos son poco claros.
Desde luego que le importan. De hecho,
es porque a Dios le importa que se inclina
a mostrarnos el cable de nuestro pequeño
control que cuelga desconectado de Él.
En su bondad, Dios nos hace ver que no
tenemos el control e invita personalmente
a confiar en Él frente a la toalla tirada en
el piso, el final de la historia y todo lo que
ocurra en el proceso.
{
¿Qué pasaría si hubiera una
persona que pudiera ver el futuro
y supiera de antemano lo que, a
la larga, nos hará felices? ¿Y si esa
persona pudiera indicarnos qué camino
tomar y mostrarnos a dónde nos llevará?
En realidad, hay una Persona; Dios.
}
Proverbios 3:5-6 indica:
Fíate de Jehová́ de todo tu corazón,
Y no te apoyes en tu propia prudencia.
Reconócelo en todos tus caminos,
Y Él enderezará tus veredas.
Amigas, tomemos un camino diferente.
Soltemos esa ilusión de control que hemos
estado sosteniendo fuertemente con
nuestras manos sudorosas. Confiemos
en quien verdaderamente tiene
el control: Dios.
Si ignoramos a Dios y tomamos nuestro
propio
camino,
inevitablemente
terminaremos en un mundo de fantasía
que ha perdido su atractivo. No obstante,
si seguimos a Dios y confiamos en su
perspectiva eterna, Él nos guiará,
finalmente, a una habitación con
la vista más fabulosa de la que
nuestra mente de seis años podría
imaginar.
19
Pero ¿te has dado cuenta en qué
versión tan desagradable y fea de nosotras
mismas nos convertimos cuando
tratamos de tomar el control en nuestras
manos? Constantemente queremos
que nada se escape de nuestra agenda,
que cada persona, horario, trámite e
incluso Dios funcione como lo hemos
planeado, pero cuando no ocurre lo que
habíamos idealizado se desmorona todo
ante nuestros ojos, la frustración inunda
nuestro corazón dejando solo depresión
y las manos de Dios parecen estar muy