Un nuevo corazón | Page 18

30 a 40 D ébora, es una de las varias mujeres que la Biblia señala como profeta. También están las mujeres que, aunque no fueron profetisas, Dios las guio y las ayudó a realizar grandes hazañas a favor del pueblo como es el caso de Jael. A través de todo el Antiguo Testamento podemos ver cómo Dios puso herramientas de fe, en las manos de los libertadores de Israel para ayudarlos a derrotar a sus enemigos. En el caso de Sansón, fue la quijada de un burro (Jueces 15:16); para David, fueron las piedras que tomó del arroyo (1 Sam. 17:40); para Jael, la mujer de este relato, sus dos herramientas de guerra fueron un mazo y una estaca. Una vez Sísara (un enemigo del pueblo de Israel) vio destruido su ejército, temeroso, escapó y huyó a la tienda de Jael creyendo que ella lo protegería de las tropas israelitas que lo perseguían. Así que entró en la tienda de campaña de Jael y le pidió que lo escondiera debajo de una manta, le pidió agua, pero en vez de agua, ella le dio a beber leche. Agotado por la batalla, se quedó dormido. Fue en ese momento que Jael aprovechó la oportunidad para tomar la estaca y el mazo (herramientas típicas de los herreros) para traspasar las cienes de Sísara. De esta manera, Jael usó lo que t e n í a en su casa, como arma de guerra para acabar con el enemigo. 17 La historia de Jael nos deja diversas enseñanzas: Dios es experto tomando lo común y lo simple para convertirlo en algo glorioso. Por eso el hecho de que sientas que eres solo una persona ordinaria, es lo que te califica para ser usada por el Señor, de forma extraordinaria, relevante. De igual modo, siempre que el Señor permita que ciertas cosas entren en nuestro territorio, nosotras también debemos tomar las herramientas que tenemos para atacarlas directamente. Muchas personas esperan recibir de afuera, lo que ellos deben sacar de dentro; y para saber si eres una de ellas, te invito a hacer la siguiente consideración: ¿alguna vez le has dicho a Dios, cosas como estas?: «Señor, si me dieras dinero, yo pudiera hacer esto o aquello». «Si viviera en otro lugar y no en este, las cosas fueran diferentes» o «Si tuviera las conexiones correctas, yo podría llevar a cabo tal proyecto». Si tú respuesta es afirmativa, no te preocupes porque no eres la única. Te animo a que como hizo Jael, decidas usar las herramientas que tienes en «tu casa» y que además te atrevas a liberar lo que tienes, para recibir aquello que te hace falta. T e invito a conocer más de esta fantástica historia en : M ujer R eposiciónate • Editorial Peniel•