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D
ébora, es una de las varias mujeres
que la Biblia señala como profeta.
También están las mujeres que,
aunque no fueron profetisas, Dios las guio
y las ayudó a realizar grandes hazañas a
favor del pueblo como es el caso de Jael.
A través de todo el Antiguo Testamento
podemos ver cómo Dios puso
herramientas de fe, en las manos de los
libertadores de Israel para ayudarlos
a derrotar a sus enemigos. En el caso
de Sansón, fue la quijada de un burro
(Jueces 15:16); para David, fueron las
piedras que tomó del arroyo (1 Sam.
17:40); para Jael, la mujer de este relato,
sus dos herramientas de guerra fueron
un mazo y una estaca.
Una vez Sísara (un enemigo del pueblo
de Israel) vio destruido su ejército,
temeroso, escapó y huyó a la tienda de
Jael creyendo que ella lo protegería de
las tropas israelitas que lo perseguían.
Así que entró en la tienda de campaña
de Jael y le pidió que lo escondiera
debajo de una manta, le pidió agua,
pero en vez de agua, ella le dio a beber
leche. Agotado por la batalla, se quedó
dormido. Fue en ese momento que Jael
aprovechó la oportunidad para tomar la
estaca y el mazo (herramientas típicas
de los herreros) para traspasar las cienes
de Sísara.
De esta manera, Jael usó lo que t e n í a
en su casa, como arma
de guerra para acabar
con el enemigo.
17
La historia de Jael nos deja diversas
enseñanzas:
Dios es experto tomando lo común y lo
simple para convertirlo en algo glorioso.
Por eso el hecho de que sientas que eres
solo una persona ordinaria, es lo que te
califica para ser usada por el Señor, de
forma extraordinaria, relevante.
De igual modo, siempre que el Señor
permita que ciertas cosas entren en
nuestro territorio, nosotras también
debemos tomar las herramientas que
tenemos para atacarlas directamente.
Muchas personas esperan recibir de
afuera, lo que ellos deben sacar de
dentro; y para saber si eres una de ellas, te
invito a hacer la siguiente consideración:
¿alguna vez le has dicho a Dios, cosas
como estas?: «Señor, si me dieras dinero,
yo pudiera hacer esto o aquello». «Si
viviera en otro lugar y no en este, las
cosas fueran diferentes» o «Si tuviera las
conexiones correctas, yo podría llevar a
cabo tal proyecto».
Si tú respuesta es afirmativa, no te
preocupes porque no eres la única. Te
animo a que como hizo Jael, decidas
usar las herramientas que tienes en «tu
casa» y que además te atrevas a liberar
lo que tienes, para recibir aquello que te
hace falta.
T e invito a conocer más de esta
fantástica historia en :
M ujer R eposiciónate
• Editorial Peniel•