Un mundo sin prisa Edición No. 12 | Page 10

enfermedad y obviamente no estaba preparada y fue un golpe muy duro, pero ya ahora lo hablo con más tranquilidad y con más calma. Pero fue un aprendizaje muy grande, fue una montaña inmensa que tuve que escalar.

Soraya está muy comprometida con la lucha contra el cáncer de mama, y es imagen de esta lucha de una fundación muy importante de los Estados Unidos para Latinoamérica, por eso estamos hablando de esto. Porque la gente a veces te ve como una artista internacional, exitosa, bella, lo que eres, y piensan que no te pueden pasar estas cosas.

Es que somos todos iguales. El cáncer no discrimina, no le importa si eres rico o pobre, si eres de Argentina, si eres de Colombia, si eres de Cuba o Francia. No discrimina, y estamos aprendiendo cada día que tampoco discrimina con la edad. Entonces nos tenemos que cuidar y me he dedicado -no era mi propósito inicialmente- yo quería pasar por todo esto de manera muy privada; pero me llegaron más de 4 mil… 6 mil correos electrónicos en menos de 4 días, después de que se hizo público lo que me había pasado; y eso fue lo que me cambió la vida, me di cuenta de que había un vacío muy grande, no sólo las mujeres que padecían de esta enfermedad se sentían muy solas -en Latinoamérica en particular- pero que el gobierno, a veces en diferentes países y los medios no estaban haciendo campañas para educar a la mujer ni a su familia. Y las mujeres estaban pagando un precio muy grande, que estaban pagando con sus vidas; y a veces con su calidad de vida.

Entonces me dediqué a esta causa, a informar, a educar y ojalá a inspirar también.

¿En tu familia había un hecho hereditario con respecto a esta enfermedad?

Sí, absolutamente, en mi caso si fue así. Yo perdí a mi madre, a mi tía (su hermana); y a mi abuela materna por esta enfermedad.

No era el final cuando ya dijiste: “Ya estoy lista para volver”. En el mientras tanto, ¿Dónde descubriste tu mayor fortaleza? ¿Y tu mayor debilidad?

Claro, la mayor fortaleza surgió a raíz de todo el apoyo que tuve a mi alrededor, que me dieron el espacio para no preocuparme de otras cosas, que es un gran privilegio que tengo que decir que no muchas mujeres tienen eso. Tuve el privilegio de decir: “No voy a trabajar esos 3 años”. Entonces para mi siempre me dicen: “Muchas gracias por lo que haces, eres una heroína, lo que sea”. Yo no soy una heroína, las que son heroínas son las que siguen con sus hijos, siguen trabajando mientras están con todo este tratamiento.

Yo tuve el privilegio de decir: “No voy a hacer nada” y pude hacer una búsqueda interna para encontrar la fortaleza, que ahora sé que tengo dentro de mi, que no la sabía, no la conocía, y eso fue lo que me ayudó, el tener tanto apoyo con mi familia, con mis amigos, con mis fans, con un montón de gente que me escribió para darme la oportunidad de decir: “¿Cómo voy a salir de esto?” Y cómo voy a tomar el control de nuevo de mi vida; de aceptar la diferencia -como la oración de San Francisco: Hay cosas que sí puedo dominar, puedo controlar, pero hay otras que no puedo controlar.

Entonces tuve que de verdad buscar esa definición de que cosas caben dentro de esta categoría.

¿Ese fue un camino de soledad para ti? Buscar eso, encontrar eso.

Sí, lo tuve que buscar dentro de mi, porque esa es una cosa que nadie te lo puede enseñar. Tuve que buscarlo muy adentro de mi y gracias a Dios decidí y acepté que esa era mi realidad en ese momento; pero no es la misma vida; pero es mi vida.

Entonces cada día hago lo que quiero hacer, lo que debo hacer para proteger lo que es ese milagro que es mi vida. Y hacerla mía a cada momento.

Hay como 2 palabras que usamos sin querer casi todo el tiempo: Vida y muerte; pero cuando tienen un sentido, cuando algo justamente nos

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