V I EN E D E LA PÁG. # 7 0
caminaban fuera por la calle. Q uien nos atendió podía ser palestino, armenio, jordano y hasta francés, pero sabía atender. Desde el doble expreso“ macchiato” que yo pedí( macchiato en italiano quiere decir“ manchado con espuma de leche”), hasta los capuchinos y bizcochos que pidieron los demás, todo era exquisito y bien servido.
En el café había una sola mesa desocupada hasta que llegó un sacerdote griego-ortodoxo con crecida barba canosa. No sé lo que ordenó, pero sí era el perfecto objetivo para una foto, porque una débil luz amarillenta salía extrañamente del muro blanco y se re�ejaba en su h�bito negro� Debi� haber sido algún“ pope” por su alto sombrero y el collar con imagen de algún santo que colgaba al cuello. Desde la mesa en que estábamos lo enfoqué con mi cámara e hice dos veces el“ click”. El sacerdote escuchó el sonido, dejó de comer el abundante plato que tenía delante y me miró indignado. Pensé que se pararía para pedirme explicaciones, pero se contuvo. Seguramente pensó que era una foto para ser publicada y eso no lo soportan los sacerdotes griego-ortodoxos, yo ya había tenido una experiencia similar en la isla de Patmos, en Grecia, donde está la gruta en la que J uan Evangelista escribió el " Apocalipsis " y que sobre ella hay un famoso monasterio blanco y azul, donde no penetra nadie que no sea de su congregación.
A pesar que reconocía que quizás había roto su privacidad, no fui a disculparme porque estaba seguro que no me habría creído que el verdadero objetivo de mi foto no era él, sino el conjunto del muro, la luz y su mesa que me parecía un cuadro único y que no volvería a ver. Minutos después, el sacerdote griego se levantó y salió del café no sin antes mirar hacia atrás como para decirme algún mudo improperio o quizás un perdón divino.
También nosotros abandonamos el café del callejón, no tenía nombre, y nos reunimos con el resto del grupo. Mientras nos complet�bamos, nos llam� la atenci�n el desfile permanente de judíos con sus mejores vestiduras negras por ser sábado.“ Esos con ricitos y sombreros de piel tan grandes, son los más fundamentalistas”, nos había dicho la guía, que por cierto, ese día no nos acompañaba porque siendo judía no debía trabajar. Y también nos había dicho que las esposas que las acompañaban, la mayoría, se rapaban la cabeza y usaban pelucas porque la cabellera era un símbolo de sensualidad que inducia al pecado. ¿ Entonces no se casan por amor?, preguntaron casi todos... " No ", respondió la guía, " para ellos el matrimonio está escrito en la ley y es para procrear "... punto. ¿ Y pueden vivir así?... " Ellos, si ". Todos pensamos que si no había amor apasionado, al menos hubiera un amor diferente, pero también las muchachas solteras que pertenecen a la religión judía más extrema, no seducen a los hombres como todas las jóvenes del mundo, ellas visten cierta falda negra en su atavió todo negro que indica que están disponibles para algún esposo.
Al día siguiente era domingo y J erusalén volvía a moverse como un día de trabajo más. Los cristianos creyentes nunca observan el domingo con la rigidez que los musulmanes el viernes se lo dedican a Ala, o los judíos el sábado a J ehova.
72 TV ESPAÑOL PARA SUS COMPRAS VER PÁGS. # 44 Y 45