TV Espanol Edicion Mayo 2013 Mayo 2013 | Page 138

Nacido en el seno de una familia de acusada tradición literaria – s u madre era escritora –, pronto mostró el joven Vicente Huidobro una notable inclinación hacia la creación poética, plasmada cuando sólo tenía doce años de edad en las primeras composiciones que dio a conocer. Este talante creador, estrechamente ligado a su espíritu iconoclasta, le llevó a recha�ar, en un manifiesto que hi�o público cuando aún era adolescente, cualquier forma de poesía anterior.

Decidido a abrirse camino en el mundo de las Letras, rechazó también la reducida atmósfera literaria chilena para trasladarse a París, Francia, en 1916, donde participó en todos los movimientos vanguardistas que por aquellos a�os �orec�an, y vertiginosamente se agotaban, en la capital francesa; allí pudo empezar a publicar sus primeras colaboraciones en algunas revistas tan significativas como �ic y Nord-Sud, y entablar relaciones con las principales cabezas de la Vanguardia europea, como los surrealistas Guillaume Apollinaire y Pierre Reverdy, con quienes colaboró en la fundación de una de las publicaciones recién citadas( Nord-Sud). Sin embargo, y a pesar de esta estrecha colaboración en los comienzos de su andadura literaria, Vicente Huidobro pronto se distanció voluntariamente de los postulados surrealistas, ya que en su particular concepción de la creación artística no cabía la máxima de que el artista era un mero instrumento revelador de los dictados de su inconsciente.
Esta ruptura con el surrealismo le animó a plantearse la validez de todas las corrientes vanguardistas que había conocido de primera mano. Así, rechazó también las propuestas del futurismo, pues tenía el convencimiento de que el fervor manifestado hacia la máquina se apagaría en cuanto el hombre se hubiera acostumbrado a los adelantos del progreso técnico. El sucesivo rechazo de todos los postulados estéticos de la Vanguardia llevó a Vicente Huidobro a crear su propia corriente, bautizada como Creacionismo, en la que situaba al creador artístico a la altura de un demiurgo capa� de insu�ar a su creaci�n un aliento vital tan poderoso que se podría medir, incluso, con las creaciones de la propia Naturaleza.
Así, para Huidobro y el resto de los creacionistas que inmediatamente cerraron filas en torno a estas propuestas tan originales como transgresoras, el artista no debía limitarse a re�ejar la �aturale�a, sino que debía mantener con ella una especie de competición en la que podía mostrar el vitalismo de su propia obra. Lógicamente, esta concepción del arte en general( y, en el caso del propio Huidobro, del hecho literario en particular) llevaba aparejada la necesidad de crear nuevas imágenes, tan coloristas como animadas e sorprendentes, e incluso, un novedoso lenguaje poético capaz de romper con todos los niveles de la lengua y generar también su propia sintaxis; de ahí que la yuxtaposición( de oraciones, vocablos o sonidos extrañamente puestos en contacto) se convirtiera en una de las características más acusadas del Creacionismo, al tiempo que las largas secuencias y enumeraciones de palabras y sintagmas contribuyeran decisivamente a dar al poema esa apariencia de objeto aleatorio, mera creación de un dios absorto en las posibilidades estéticas del material con que moldea su obra.
Con estos presupuestos estéticos, Vicente Huidobro se presentó en Madrid, España, en 1918, donde fundó un destacado grupo de poetas creacionistas consagrados a la elaboración de te�tos que segu�an fielmente los postulados del ya respetado maestro chileno. Por aquel entonces ya era un poeta fecundo, que arrastraba tras sí una interesante producción literaria: seis poemarios impresos en su país natal( Ecos del alma, La gruta del silencio, Canciones en la noche, Pasando y pasando, Las pagodas ocultas y Adán), uno aparecido en Buenos Aires( El espejo de agua) y otro publicado en París( Horizon Carré). Así, no es de extrañar que en Madrid las imprentas y editoriales compitieran entre sí por llevar a los tórculos las últimas creaciones de Huidobro, competición que enseguida arrojó sus frutos en forma de cuatro nuevos poemarios( Poemas árticos, Ecuatorial, Tour Eiffel y Hallali).
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