Travesías didácticas Nº 36 • Diciembre 2021 | Page 79

interrupciones . Pero de a poco fuimos encontrándonos , construyendo modos de abordar distintas experiencias .
A mí me gusta decir que los verdaderos encuentros de aprendizaje con él comenzaron cuando quedé atrapada por una sábana colgada en mi soga . Pasa que ese día fue especial , mágico y nos conectamos verdaderamente . Fue el juego de las escondidas el que nos puso al descubierto . Pienso en la “ Pedagogías de la fragilidad ” donde Skliar habla de poner en el centro aquellas escenas que de verdad nos conmueven . Siempre he estado a favor de las planificaciones , esas que son orgánicas , con variadas y numerosas ideas que provoquen múltiples combinaciones . Esos planes con cantidades de posibles experiencias tan grandes que son irrealizables en su totalidad . Lo que sí permiten es tener a mano algunas para tal o cual situación o disposición de los niñes para abordarlas . No sólo para enseñar cosas sino para experimentar nuestra relación con las cosas , para que estas se tornen interesantes y contengan la capacidad de afectarnos como personas . Hoy más que nunca percibo que estos tiempos son de fragilidad como dice Skliar . Tiempo de delicadeza . Y en esto de ir buscando otros modos de estar en el mundo , de vivir la escolaridad , de habilitar nuevos espacios , atender lo humano se hace indispensable . Debía buscar lo que sí podríamos hacer con el nene al que yo le había percibido desde el no . Indecisa , sin saber qué cosas podrían tocar sus sensibilidades , sus gustos , sus ganas , sólo apelé a lo que tenía en casa y a mis propios gustos y ganas .
Y para empezar me fui a lo seguro : la literatura . Un cuento , una poesía siempre me abrían puertas para entrar en la sintonía infantil . También una canción . Pero no , esta vez no . Comencé con el cuento “ El grillito ”, cuatro palabras más adelante de “ había una vez ” su indiferencia me congeló . Ahí sentí que era yo la que no . La que no podía narrar por las interrupciones , la que no podía crear un clima propicio para el momento , la que no había seleccionado algo que le atrajera . La que no , la que no podía . ¿ Podía ? ¿ Quién me había hecho creer que debía tener ese poder ? La soberbia docente muchas veces nos hace esa jugarreta . O bien creérnosla , sin más , que todo lo podemos : ¡ si se trata sólo de un cuentito , con la experiencia que tengo ! O , por el contrario , el deber ser , debo conocer las estrategias narrativas que lleven este relato al alma . Cuántas veces los docentes sólo ponemos distancia cuando sentimos que tenemos o debemos tener el control .
Tengo el deseo de que cada propuesta sea vivida como experiencia . Y una experiencia , dice Larrosa , es vacilante , incierta , no se sabe qué va a pasar . ¡ Lo que son las cosas ! Cuando dejé de preocuparme porque el cuento fuese escuchado , “ El grillito ” se fue metiendo en cada huequito de los días sucesivos hasta que sin querer fue completada su narración . Cuestión que , pasando los meses , hasta el día de su mudanza , fue el cuento que el niño más pedía para ser re narrado una y otra vez . El momento de los encuentros diarios fue convenido después de la siesta , luego de la queja de una vecina que deseaba silencio para dormir . Para comenzar yo lo solía esperar con una
77