Travesías didácticas Nº 32 • Mayo 2020 | Page 67

En segundo lugar, se trata de revisar nuestras prácticas pedagógicas desde una perspectiva de género, lo cual permite entre otras cosas sentar las bases para la deconstrucción de las desigualdades, los esencialismos, los binarismos, los biologicismos asociados a la sexualidad, el género y el sexo, y a los cuerpos en general. Podemos siempre empezar por preguntarnos: este tema que quiero trabajar, esta forma de pensar o de producir conocimiento asociada a la disciplina que enseño, este contenido específico: ¿cómo puede revisarse y resignificarse pedagógicamente desde la perspectiva de género y desde los otros ejes transversales que la ESI propone, que son amplios y variados? La perspectiva de género es un modo específico de ver las relaciones entre los géneros en nuestro entramado social. Por un lado, señala la desigualdad que a partir de la matriz de género se produce entre las personas para acceder a oportunidades y ejercer derechos. Así, busca la igualdad real de derechos, oportunidades y trato para todas las personas. Asimismo, nos permite repensar los mandatos asignados a los roles de varón/mujer, e incluso ir más allá de los binarismos y revisar las categorías de varón/mujer como las únicas representaciones y modos de vivir el cuerpo posibles para todas las personas. Muestra al mismo tiempo que las categorías de género que organizan la vida social son construidas socialmente y no tienen un anclaje biológico ni anatómico objetivo. Pone en evidencia los prejuicios y estereotipos que existen sobre los distintos roles de género y las presiones que implican estos para los sujetos, así como también los privilegios de los varones cis por sobre mujeres cis y trans, varones trans e identidades no binarias. La ESI celebra las diversas formas de vivir el propio cuerpo y de construir relaciones afectivas, desde un marco de derechos que promueve el respeto por sí mismx y por lxs demás. También promueve la condena y la ruptura del silencio frente a todas las prácticas abusivas que se ejercen sobre los cuerpos, particularmente de niñxs y adolescentes. Todos los ejes de la ESI, la perspectiva de género, el respeto a la diversidad, la valoración de la afectividad, el cuidado del cuerpo y la salud y la perspectiva de derechos sexuales y reproductivos, en un marco de derechos humanos, pueden atravesar, permear, recorrer, hilvanar, desordenar, conectar contenidos y prácticas de todas las áreas disciplinares que trabajamos en la escuela. Es cuestión de revisitar nuestras materias desde esta mirada, desordenarlas y reorientarlas desde esta potente perspectiva. Como ya hemos señalado, la ESI amplía la concepción de sexualidad y así reconoce a las infancias como seres sexuados. Al mismo tiempo, parte de la constatación de la niñez como sujeto de derechos y configura condiciones de posibilidad para una mayor participación y protagonismo de ésta en las escuelas. La ESI entendida como “derecho” para de la afirmación fuertemente ética y política de que lxs niñxs no son propiedad de sus progenitores, sino que son portadorxs de derechos, cuyo garante es el Estado. 65