En segundo lugar, se trata de revisar nuestras prácticas pedagógicas desde una perspectiva
de género, lo cual permite entre otras cosas sentar las bases para la deconstrucción de las
desigualdades, los esencialismos, los binarismos, los biologicismos asociados a la sexualidad,
el género y el sexo, y a los cuerpos en general. Podemos siempre empezar por preguntarnos:
este tema que quiero trabajar, esta forma de pensar o de producir conocimiento asociada a la
disciplina que enseño, este contenido específico: ¿cómo puede revisarse y resignificarse
pedagógicamente desde la perspectiva de género y desde los otros ejes transversales que la
ESI propone, que son amplios y variados?
La perspectiva de género es un modo específico de ver las relaciones entre los géneros en
nuestro entramado social. Por un lado, señala la desigualdad que a partir de la matriz de
género se produce entre las personas para acceder a oportunidades y ejercer derechos. Así,
busca la igualdad real de derechos, oportunidades y trato para todas las personas.
Asimismo, nos permite repensar los mandatos asignados a los roles de varón/mujer, e incluso
ir más allá de los binarismos y revisar las categorías de varón/mujer como las únicas
representaciones y modos de vivir el cuerpo posibles para todas las personas. Muestra al
mismo tiempo que las categorías de género que organizan la vida social son construidas
socialmente y no tienen un anclaje biológico ni anatómico objetivo. Pone en evidencia los
prejuicios y estereotipos que existen sobre los distintos roles de género y las presiones que
implican estos para los sujetos, así como también los privilegios de los varones cis por sobre
mujeres cis y trans, varones trans e identidades no binarias.
La ESI celebra las diversas formas de vivir el propio cuerpo y de construir relaciones afectivas,
desde un marco de derechos que promueve el respeto por sí mismx y por lxs demás. También
promueve la condena y la ruptura del silencio frente a todas las prácticas abusivas que se
ejercen sobre los cuerpos, particularmente de niñxs y adolescentes.
Todos los ejes de la ESI, la perspectiva de género, el respeto a la diversidad, la valoración de
la afectividad, el cuidado del cuerpo y la salud y la perspectiva de derechos sexuales y
reproductivos, en un marco de derechos humanos, pueden atravesar, permear, recorrer,
hilvanar, desordenar, conectar contenidos y prácticas de todas las áreas disciplinares que
trabajamos en la escuela. Es cuestión de revisitar nuestras materias desde esta mirada,
desordenarlas y reorientarlas desde esta potente perspectiva.
Como ya hemos señalado, la ESI amplía la concepción de sexualidad y así reconoce a las
infancias como seres sexuados. Al mismo tiempo, parte de la constatación de la niñez como
sujeto de derechos y configura condiciones de posibilidad para una mayor participación y
protagonismo de ésta en las escuelas. La ESI entendida como “derecho” para de la afirmación
fuertemente ética y política de que lxs niñxs no son propiedad de sus progenitores, sino que
son portadorxs de derechos, cuyo garante es el Estado.
65