realizar, o que el docente seleccione diferentes y solicite a algunos niños que las desarrollen,
que establezca subgrupos de acuerdo con intereses o posibilidades o simplemente que los
organice para trabajar rotativamente -ese día o en diferentes días- para abordar más
detalladamente algún aspecto o contenido. Por ejemplo, cuando enseñamos un juego
matemático nos damos cuenta de las dificultades para hacerlo con el grupo total, es entonces
en donde una vez presentado rápidamente a todos podemos trabajarlo con un pequeño grupo
mientras los otros realizan juegos ya conocidos que no necesitan de la presencia del docente.
Lo que nunca debiera suceder es que mientras un grupo desarrolla una propuesta interesante
los demás estén esperando que algo suceda sin hacer nada interesante.
A modo de cierre
“No existe una escuela que enseñe a vivir”
Fito Páez
He desarrollado a lo largo de este artículo aspectos que nos convocan a pensarnos y
repensarnos como educadores, como escuelas, como sociedad, y muy en especial,
pensarnos como participes responsables de la Educación Inicial. Se ha destacado la
importancia del trabajo en equipo y la mirada en el bien común, en construir un
entramado solidario que nos sostenga generando nuevas preguntas y buscando
conjuntamente respuestas posibles, modificables, pero con esas certezas posibles que
nos permiten continuar el camino con deseos y esperanzas. Ahora es un momento
particular especial para alcanzar estos logros.
El enfoque, el discurso y las acciones escolares se conectan constantemente con un
entramado social que tantas veces se presenta como un enfrentamiento de ideologías y de
valores/contravalores, en tantas oportunidades constituidos como ideas y situaciones a
confrontar en relación a las ideas educativas que las escuelas (al menos en teoría) deseamos
sostener en relación a nuestros alumnos… Decimos (o queremos decir) ¡no! a los gritos, a las
palabras de desaliento, a las acciones descalificadoras, a las concepciones discriminadoras,
a las resoluciones sostenidas en injusticias, a las intervenciones dominantes, a las propuestas
de enseñanza lineales y arbitrarias que ponen en juego todo lo recientemente mencionado
tantas veces sin que ni si quiera tengamos conciencia de ello.
Alejándonos de las oposiciones con las familias y las comunidades, pero reconociendo las
diferencias de criterios y actitudes tantas veces presentes en lo social y especialmente en los
mensajes que transmiten los medios de comunicación, en demasiadas ocasiones las escuelas
deben confrontar los modelos desde los cuales se piensan, reconocen a las infancias e
intervienen en su educación…
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